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National Geographic en Español 2025-04-28

Apr 28, 202526 min
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Este episodio de National Geographic en Español explora la vida e invención de Louis Braille y su revolucionario sistema de lectura y escritura para ciegos. Se detalla su infancia, educación, el proceso creativo del sistema Braille, y la eventual aceptación e impacto global de su invención. El episodio también presenta una reseña de varios libros recientes sobre historia y cultura.

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Esta grabación está destinada solamente para personas ciegas y con baja visión. Gracias por acompañarnos en esta emisión de National Geographic en español, leído por Jessica Betancourt. Luis Braille, el visionario de la escritura para ciegos. Hace 200 años, Braille, ciego desde la niñez a causa de un accidente doméstico, ideó el revolucionario sistema de puntos que permite a los invidentes leer con las manos.

¿Dónde estaríamos sin la escritura? Desde sus orígenes, hace más de 5.000 años, en la antigua Mesopotamia, la historia de la escritura va en paralelo a la historia de la humanidad. Los griegos y los romanos desarrollaron alfabetos únicos, los chinos elaboraron caracteres complejos y hoy leemos novelas, periódicos y artículos en redes sociales. Piedra angular de la civilización humana, la escritura es fundamental para el imperio de la ley y la acumulación de conocimientos y cultura.

Sin embargo, los ciegos no tuvieron acceso a la escritura hasta el siglo XIX. Entre 1824 y 1825, Louis Braille creó un sistema de letras de puntos en relieve que podían leerse con las manos. Ignorado en un principio, su invento fue adoptado universalmente en el siglo XX, abriendo un nuevo mundo de conocimiento para los discapacitados visuales.

En un discurso pronunciado en la Sorbona con motivo del centenario de la muerte de Braille, Helen Keller, una estadounidense sordociega que tuvo un papel muy destacado en la defensa de los derechos de las personas ciegas en la primera mitad del siglo XX, dijo Nosotros, los ciegos, estamos tan en deuda con Luis Braille como la humanidad lo está con Gutenberg. Louis Braille nació en 1809 en el pueblo de Cupray, a 35 kilómetros al este de París.

Fue el menor de cuatro hermanos. Su padre, Simón René, trabajaba como guarnicionero haciendo arneses y sillas de montar, un oficio que tenía mucha demanda. La familia que cultivaba también viñas para la elaboración de vino vivía cómodamente. Contaba con lujos como un horno de pan, que puede verse hoy en su casa, transformada en Museo Louis Braille en la década de 1950.

La pieza central de la exposición es la recreación del taller paterno en el que Louis Braille sufrió el accidente que le provocó la pérdida de la vista, cambiando su destino y el curso de la historia. La imagen que acompaña es una foto de Louis Braille representado en una tarjeta de coleccionista de los años 20. A los tres años, el pequeño Luis era un niño curioso que se colaba en el taller cuando no había nadie y jugaba con las herramientas que a menudo veía utilizar a su padre.

Cuando intentó hacer un agujero en el cuero con un punzón, la herramienta resbaló y le perforó un ojo. Esta horrible herida le provocó una infección que, como aún no se habían descubierto los antibióticos, se extendió a ambos ojos, dejándolo ciego a los 5 años. Sus angustiados padres no querían que el destino de su hijo quedara sellado. En el siglo XVIII ya se había dado un cambio de actitud en la consideración de las personas ciegas.

Por ejemplo, el filósofo Denis Diderot, en su Carta sobre los ciegos de 1749, sostenía que los ciegos tienen la misma capacidad intelectual que los videntes. A finales del siglo XVIII se abrieron escuelas para ciegos en Francia e Inglaterra, pero lo habitual en muchos sitios era que los discapacitados visuales fueran tratados de forma despectiva y a menudo incluso se los ridiculizaba.

dado que no podían desempeñar los trabajos comunes eran muchos los que se veían obligados a mendigar para subsistir La educación pública no era aún obligatoria en Francia, pero los padres de Braille eran conscientes de la importancia de que su hijo aprendiera a leer y escribir. En un esfuerzo por ayudarlo, Simón René puso clavos en paneles con la forma de las letras del alfabeto. El sacerdote local, el abad Jacques Paluy, comenzó a darle clase.

A los 7 años, Braille fue aceptado como único alumno ciego en la escuela local. Su profesor quedó impresionado por su inteligencia y su actitud alegre, rasgos que fueron admirados por los amigos de Braille a lo largo de su vida. Unos años más tarde consiguió una beca para estudiar en el Real Instituto de Jóvenes Ciegos la primera escuela de este tipo en el mundo y que aún existe, ahora llamada Instituto Nacional de Jóvenes Ciegos. A los 10 años se convertiría en su alumno más joven.

Y lo más sorprendente es que su familia, muy unida, le permitiera irse de casa. Su madre y su padre podrían haberle dejado en el pueblo, pero sin saberlo escribieron su destino. Este apoyo familiar sería una constante para Braille, que seguiría volviendo a Cubray a descansar y reponer fuerzas toda su vida. Fundado por el educador Valentín Howey, el instituto fue pionero en su metodología y su enfoque. Los alumnos aprendían diversas materias académicas y un oficio manual.

Howie había ideado un método para grabar los libros con letras en relieve que los niños podían leer con la punta de los dedos, aunque con gran dificultad. Un estudiante extraordinario. La escuela supondría la salvación de Braille, pero también su perdición, ya que probablemente fue allí donde contrajo la tuberculosis que acabaría con su vida.

El edificio, situado en el barrio latino, el antiguo centro estudiantil de París, era húmedo y estaba sucio y deteriorado. Incluso había servido de prisión durante la Revolución Francesa. Pero a pesar de las malas condiciones y de los castigos a veces severos que se imponían a los niños que infringían las normas, Braille avanzaba, hacía amigos y sobresalía en sus estudios.

Los profesores advirtieron su inteligencia, pero también su calidad espiritual. Su amigo Hipólite Coltat escribiría más tarde. Para él la amistad era un deber de conciencia, además de un tierno sentimiento. Lo habría sacrificado todo por ella, su tiempo, su salud, sus bienes. Braille descubrió su pasión y sus dotes para la música en el instituto, donde impartían clase músicos profesionales. Ganó el premio de violonchelo en quinto curso y se aficionó al piano.

Ya de adulto, tocó como organista en las iglesias y así consiguió ingresos adicionales. El año 1821 fue el catalizador de la invención de Braille. El capitán Charles Barbier, oficial de artillería, había ideado medio de escritura nocturna para que los soldados transmitieran y cumplieran órdenes al amparo de la oscuridad. Consistía en un sistema de puntos y rayas que podían leerse con el tag.

Convencido de su utilidad para los ciegos, Barber transformó este código en un sistema basado en la fonética que presentó a los estudiantes. El método de Barbier tenía limitaciones. Se representaban sonidos, no letras, no había puntuación y cada signo tenía hasta 12 puntos, lo que hacía difícil reconocerlos por el tacto. Braille se percató de que un sistema de ese tipo podía convertirse en un método fácil y eficaz para que los discapacitados visuales leyeran y escribieran.

Braille pasó los cuatro años siguientes trabajando en la creación de ese código. En el instituto, una vez terminadas las clases, pasaba noches enteras en vela dedicado a esa tarea. Incluso en sus vacaciones en Cumprey, los aldeanos contaban que veían al chico sentado en una colina y abstraído con lápiz y papel en sus manos. De este modo, con tan solo 16 años, consiguió crear lo que se conocería como escritura braille.

En su sistema, cada signo tenía seis puntos, lo que facilitaba mucho la lectura por el tacto y representaba una letra del alfabeto, no un sonido. Era un sistema elegante por su sencillez y su lógica. Braille reconocería humildemente su deuda con Barbier en el libro que publicó en 1829, Método para escribir palabras, música y canto llano mediante puntos para uso de los ciegos.

Si hemos señalado las ventajas de nuestro método sobre el suyo, debemos decir en su honor que su método nos dio la primera idea del nuestro. La imagen que acompaña es una fotografía de una recreación del taller del padre de Braille en el Museo Luis Braille en Copre. Los alumnos de la escuela no tardaron en adoptar la escritura braille que el director François-René Pignier permitió de forma no oficial. Comprendieron enseguida las grandes ventajas que conllevaba.

No en vano en la actualidad, un usuario experto de Braille puede leer 200 palabras por minuto. La mayoría de los lectores videntes pueden leer 250. Sin embargo, el sistema no fue aceptado inmediatamente. Aunque Pignier envió cartas al gobierno destacando el éxito que había cosechado entre los alumnos de su escuela, las autoridades académicas se resistían a adoptarlo.

por considerar que los ciegos debían usar el mismo sistema de lectura que los videntes, en su caso el reconocimiento de las letras por su silueta en relieve. Aprendizaje clandestino Las maquinaciones políticas llevaron a la destitución de Piñet. Su sustituto, Pierre Armand Dufault, rechazó de plano el uso del braille, llegó a quemar libros y castigó a los alumnos que lo utilizaban.

Pese a todo, Braille, que entre tanto se había convertido en profesor en el instituto a los 19 años, perseveró en su lucha para que se aceptara su nuevo sistema de escritura. Tampoco lo desanimó la tuberculosis que le diagnosticaron a los 26 años y que le obligó a pasar largos periodos de convalescencia en su casa de Kubrick.

La inventiva de Braille se aplicó a otros campos, ideó un método táctil para leer y escribir música, así como un sistema de letras en relieve, el de Capunto, más eficaz que el de Howie. En una carta que escribió en 1840 a Johann Wilmen Klein, fundador de una escuela para ciegos en Viena, decía sobre el decapunto. Me alegraré si mis pequeños métodos pueden ser útiles a sus alumnos.

Y si este invento es a sus ojos la prueba de la alta consideración con la que tengo el honor de ser, señor, su respetuoso y muy humilde servidor, Braille. En 1844 se inauguró el nuevo local de la escuela en el Boulevard de los Inválidos en París. Para entonces, Dufo había cambiado de opinión sobre el braille gracias a la insistencia del subdirector, Joseph Guadel. Aquel día, tras un discurso sobre el sistema de puntos en relieve, los alumnos demostraron su uso transcribiendo y leyendo versos.

Cuadet, uno de los principales impulsores del método, escribiría más adelante. Braille era modesto, demasiado modesto. Los que le rodeaban no lo apreciaban. Fuimos quizá los primeros en darle el lugar que le correspondía a los ojos del público, bien difundiendo más ampliamente su sistema en nuestra enseñanza musical, bien dando a conocer todo el significado de su invento.

Luis Braille no vivió para ver la adopción universal del Braille. Murió el 6 de enero de 1852, acompañado por su hermano y sus amigos. Ningún periódico publicó la esquela de este hombre al que Jan Roblin, el primer conservador del Museo Louis Braille, llamó el apóstol de la luz. Los estudiantes recaudaron dinero para que el escultor parisino François Jouffroy creara un busto de mármol basado en la máscara mortuoria de Braille. Lenguaje universal.

En 1878, en París, un Congreso Mundial de Sordos y Ciegos propuso una norma braille internacional. Los esfuerzos de la UNESCO tras la Segunda Guerra Mundial unificaron las adaptaciones del Braille en la India, África y el Próximo Oriente. No se puede subestimar el profundo legado de Louis Braille. En el centenario de su muerte, los logros de Braille fueron por fin celebrados con un homenaje nacional en Francia.

Su cuerpo fue exhumado del cementerio de Coubré y trasladado al Panteón de París, lugar de descanso de los grandes ciudadanos de Francia. Sus manos permanecieron en una urna decorada con flores de cerámica en la tumba de Cubre. El desfile por las calles de París incluyó a cientos de ciegos con los codos enlazados golpeando bastones blancos sobre los adoquines. Un reconocimiento al hombre que les abrió el acceso a la cultura escrita de la humanidad.

La imagen que acompaña es una fotografía de la tumba de Louis Braille en el Panteón de París, el mausoleo reservado a las grandes figuras de Francia. Cada signo de la escritura braille está compuesto por entre 1 y 6 puntos en relieve colocados en rectángulos con 2 puntos de ancho y 3 de alto. Se pueden formar 63 combinaciones de puntos con las que se representan tanto letras como signos de puntuación, matemáticos o musicales.

El braille se escribe con una regleta y un punzón o bien con máquinas especiales, la primera data de 1892, y se lee con la última falange de los dos dedos índices. Su adaptación a las lenguas con escritura alfabética es extremadamente fácil pero también se usa para lenguas como el chino o el japonés. La imagen que acompaña es una fotografía de una hoja que tiene el alfabeto en braille y algunas palabras escritas con los signos.

El rafígrafo. Braille también ideó el sistema de capunto en el que los puntos en relieve dibujan letras latinas estándar. Su amigo Pierre-François-Victor Buchault desarrolló el rafígrafo para escribir en decapunto. Se trataba de un sistema poco manejable, pero Braille utilizó la máquina para escribir cartas. La imagen que acompaña es una foto del rafígrafo de Luis Braille que está en el Museo Técnico de Bruno.

Actualmente 6 millones de personas en todo el mundo utilizan el braille, pero su uso en la era digital está disminuyendo. Cada vez más, los niños con deficiencias visuales aprenden a través de pantallas y programas de audio. Además, hay escasez de profesores de braille. Pero los neurocientíficos sostienen que la escritura es esencial para el pensamiento, la conectividad cerebral y el aprendizaje, lo que también se aplica a las personas ciegas.

Se ha demostrado que cuando una persona ciega lee braille a través del tacto, se ilumina el córtex visual. Así pues, la lucha por el uso del braille continúa. La imagen que acompaña muestra a Ellen Adams Keller, escritora sordociega, fotografiada mientras leía Braille hacia 1904. Los libros del mes Antigua Roma, Pompeya tan cerca y tan lejos de nosotros. La magia de las ruinas, lo que Pompeya dice de nosotros. Escrito por Gabriel Zugtiegel.

Director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Sugstriegel nos invita a un viaje íntimo y reflexivo por los distintos espacios e hitos de esta ciudad romana y por la vida cotidiana de sus habitantes. Una gran variedad de aspectos son objeto de análisis, los rituales y cultos, la vida de los esclavos y clases marginales, las fronteras de la élite y su relación con la propia Roma.

Entrelazando los ecos del pasado con nuestra realidad presente, Succegel muestra cómo hoy en día podemos vernos reflejados en ciertos aspectos de la sociedad romana, mientras que otros nos resultan chocantes. Por ejemplo, la ausencia en época antigua de palabras que visibilizaban crímenes como la violación. Aunque poseemos relatos mitológicos y evidencias artísticas que muestran dichos actos, no existían términos griegos y latinos que reflejasen la crudeza y violencia de los mismos.

A través de cada uno de los temas que el autor presenta, el libro trasciende la arqueología para convertirse en una reflexión sobre la memoria y la interacción continua entre pasado y presente. Al explorar las ruinas de Pompeya, Subtegel nos recuerda que también estamos explorando las nuestras, desenterrando preguntas de gran relevancia en la actualidad. Escipión Emiliano, escrito por Manuel Salinas.

General implacable, auténtico destructor de ciudades, Cartago en 146 a.C. y Numancia 14 años después. Escipión Emiliano fue también un modelo de político ultraconservador que despertó inquinas y quizá murió asesinado. Esta rigurosa biografía nos descubre un personaje que marcó su época. Filalexandros, la última frontera de Alejandro. Escrito por A.I. Molina y M. Agudo.

Esta recopilación de estudios en homenaje a F. Javier Gómez Espelosín permite profundizar en múltiples aspectos de la figura de Alejandro Magno. en particular los referidos a su expansión imperial en oriente, como las concepciones cosmográficas y las prácticas médicas en la expedición a la India. Historia de Roma. Orígenes. Escrito por Pedro Ángel Fernández Vega. Historias de reyes, patricios y plebeyos. La historia de Roma está llena de buenas historias.

Guerras, conjuras, rebeliones populares, prodigios sobrenaturales, debates en el Senado, desafíos legales, dictadores y héroes militares. Los historiadores a veces dejan de lado este material narrativo y supuestamente legendario en busca de un enfoque más serio. No es el caso de Pedro Ángel Fernández Vega.

en este primer volumen de su Historia de Roma, en el que relata lo ocurrido bajo la monarquía fundada por Rómulo y en los primeros decenios de la República con las épicas luchas entre patricios y plebeyos. Un libro más que recomendable para descubrir personajes y sucesos que conservan toda su fuerza dramática para el lector actual. Historia del mundo en 12 partidos de fútbol. Escrito por Stefano Bisotto.

En 1974, en el Mundial de México, se produjo una situación surrealista. Jugaban Brasil y Zaire, actual Congo. Hacia el final del partido, cuando los brasileños ya ganaban por 3 a 0, el árbitro pitó falta a su favor cerca del área del equipo africano. Rivelino, la estrella brasileña, se disponía a lanzarla cuando un jugador saireño salió de la barrera que hacían sus compañeros y chutó con todas sus fuerzas el balón al otro campo. El árbitro le sacó tarjeta amarilla.

La prensa dijo que al jugador de Zaire se le habían cruzado los cables, pero la realidad era otra. En esos años, Zaire estaba gobernado por un dictador despiadado que era aficionado al fútbol y soñaba con que su selección diera la campanada en el mundial. Ante los malos resultados, habían perdido el partido anterior por 9 a 0, los jugadores habían sido advertidos de que Mobutu no toleraría que perdieran por más de 3 goles.

No lo hicieron. Rivelino, descentrado, tiró muy mal la falta. Pero a su vuelta a Kinshasa fueron tratados como parias. Años después uno de los jugadores estuvo a punto de ser asesinado por un comando del dictador. Stefano Bisotto, destacado periodista deportivo italiano, cuenta esta y otras 11 historias de partidos de fútbol que tuvieron detrás una historia dramática.

Aparecen los que disputaron británicos y alemanes en la tregua de Navidad de 1914 durante la Primera Guerra Mundial, el Austria-Alemania jugado apenas unos días después del Anschluss. O la final del mundial de 1974 entre Alemania y Holanda. que un jugador holandés soñaba con convertir en una venganza por la muerte de su padre y dos hermanos durante un bombardeo de la segunda guerra mundial. Bisoto evoca también el destino trágico de Luz Eichendor.

fugado de Alemania Oriental tras un partido en Kaiserslautern y tal vez asesinado por la Stasi. Y habla de partidos que supuestamente provocaron guerras, como el Salvador-Honduras de 1969 y el Dínamo de Zagreb-Estrella Roja en la Yugoslavia de 1990. Bisotto lo cuenta en unas crónicas emotivas y divertidas en las que se combinan sensibilidad humana y una gran cultura futbolística. y cuyo interés va más allá de los aficionados al deporte rey.

Gracias por habernos acompañado en esta emisión de National Geographic en Español, leído por Jessica Betancourt. Fue un placer leer para ustedes. Si disfrutaste de este programa, por favor regístrate para obtener nuestros servicios gratuitos en www.aftersight.org 303-786-7777

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