Virginia Woolf - La marca en la pared | Historias en español adaptadas a estudiantes - podcast episode cover

Virginia Woolf - La marca en la pared | Historias en español adaptadas a estudiantes

Mar 03, 202512 minSeason 1Ep. 3
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A veces, pasamos tanto tiempo imaginando posibilidades que olvidamos mirar la realidad de frente.

En este episodio de Más que historias, te traigo La marca en la pared, un relato de Virginia Woolf que nos muestra cómo nuestra mente construye historias a partir de lo más insignificante.

📖 Escucha una lectura clara y pausada para mejorar tu comprensión.
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Este pódcast es perfecto para estudiantes de español que quieren mejorar su comprensión auditiva con historias fascinantes.

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Transcript

La marca en la pared de Virginia Woolf

Hoy te traigo una historia de una de las autoras más reconocidas del mundo. Va a ser un episodio especial, no solo por la autora, sino porque también tengo una pequeña sorpresa. 

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Y antes de escuchar la historia de hoy, quiero hablarte brevemente de su autora: Virginia Woolf, así es como pronunciamos el nombre de esta famosísima autora en español.

Virginia Woolf fue una escritora británica nacida en 1882. Es una de las autoras más importantes de la literatura del siglo XX. A lo largo de su vida, escribió muchas novelas y cuentos que exploran los pensamientos y emociones de las personas. También defendió los derechos de las mujeres y habló sobre la importancia de la libertad en la escritura.

Su estilo es muy especial. No escribía historias con una estructura clásica, sino que se enfocaba en lo que piensan y sienten los personajes. Entre sus obras más famosas están La señora Dalloway, Al faro y Las olas.

Pero lo más interesante de Woolf es cómo transforma cosas simples en algo profundo. En La marca en la pared, el relato que presentamos hoy, todo empieza con una pequeña marca en la pared. A partir de ahí, la protagonista empieza a pensar en la vida, el tiempo y la memoria.

Te decía al principio del episodio que había una pequeña sorpresa. Y es que en esta ocasión, y de forma excepcional yo no voy a ser tu cuentacuentos. Hoy va a ser mi hermana María quien te narré la historia. Cuando acabe la historia volvemos a escucharnos para acabar el episodio.

Ahora sí, te dejo con La marca en la pared de Virginia Woolf, interpretada por María.

Creo que fue a mediados de enero de este año cuando levanté la vista y vi la marca en la pared por primera vez. No estoy completamente segura de la fecha, pero para recordarla, intento pensar en lo que me rodeaba en ese momento, lo que tenía a mi alrededor. Recuerdo que estaba sentada cómodamente en un sillón, con un libro abierto sobre mis rodillas. A mi lado, el fuego de la chimenea ardía suavemente, iluminando la habitación con una luz cálida y amarilla.

También había un florero redondo sobre la chimenea. En su interior, tres crisantemos blancos se inclinaban ligeramente, como si estuvieran escuchando algo en secreto. Sí, sin duda era invierno. La sensación de calor en la habitación y la calma que se respiraba después de la merienda me lo confirman. Porque sí, ahora lo recuerdo bien: acabábamos de tomar el té. La taza vacía estaba todavía sobre la mesita, con una pequeña mancha marrón en el fondo.

Yo tenía un cigarrillo en la mano. Inhalé el humo gris lentamente y dejé que flotara en el aire antes de levantar la vista y verla. Allí estaba. Pequeña, redonda, oscura. Una marca en la pared blanca, justo encima de la chimenea.

Al principio, mi mirada no se quedó mucho tiempo en ella. Observé el fuego durante un rato, viendo cómo los pequeños trozos de carbón negro brillaban dentro de la chimenea. En mi mente apareció, sin que yo lo buscara, una imagen de un castillo en lo alto de una colina. Una gran bandera roja ondeaba, moviéndose de un lado a otro, en la torre más alta, y unos caballeros con armaduras brillantes se acercaban lentamente.

Pero luego, la marca en la pared captó mi atención otra vez. Me hizo olvidar la imagen del castillo y los caballeros. Era extraño, pero sentí un pequeño alivio, un pequeño descanso, al ver la marca, como si me hubiera rescatado de un pensamiento viejo y repetitivo. ¿Cómo podía una simple marca en la pared hacerme olvidar una imagen que había construido en mi cabeza cuando era niña?

Me incliné un poco hacia adelante, tratando de verla mejor. No era grande. Era apenas un pequeño punto oscuro sobre la pintura blanca. Al principio pensé que podía ser una mancha de suciedad o tal vez una grieta en la pared. Sí, las casas viejas están llenas de grietas, horizontales y verticales. Pero entonces mi imaginación empezó a volar.

¿Y si era la señal de un clavo antiguo?

Si un clavo metálico había estado ahí antes, ¿qué habría colgado de él? Seguramente, no un cuadro grande, sino algo más pequeño. Tal vez una miniatura, un retrato diminuto de una dama vestida con un vestido antiguo, con el cabello rizado, y los labios pintados de un rojo intenso.

Sí, podía imaginarlo perfectamente: un pequeño cuadro colgado en la pared durante años. Seguramente no era un cuadro auténtico, sino una imitación barata. Algo que los antiguos dueños de la casa habrían escogido para decorarla.

Pensar en ellos me hizo recordar el día en que supe que se iban de la casa. Nunca los conocí realmente, pero siempre me parecieron personas interesantes. El hombre había dicho que querían mudarse de casa porque necesitaban cambiar el estilo de los muebles. Me pareció una razón extraña para dejar una casa, pero no dije nada.

Volví a mirar la marca en la pared.

No estaba segura de que realmente ese espacio en la pared fuera un agujero hecho por un clavo. Tal vez no tenía nada que ver con un cuadro. La marca parecía demasiado redonda, demasiado oscura. Tal vez algo más había causado esa marca.

Podría levantarme ahora mismo e ir a verla de cerca. Pero si lo hiciera, estoy segura de que seguiría sin saber qué era exactamente. Así es la vida, pensé. A veces miramos algo muy de cerca, analizamos los detalles y, al final, seguimos sin entenderlo.

¡Qué misteriosa es la vida!

Es increíble cómo tantas cosas desaparecen sin que nos demos cuenta. Pensé en todos los objetos que había perdido a lo largo de mi vida: herramientas, aros de hierro, jaulas donde vivían mis pájaros, cubos para el carbón, incluso algunas joyas valiosas de oro. A veces parece que las cosas simplemente se desvanecen.

Imaginé un campo enorme donde todas esas cosas estaban enterradas bajo la tierra, como si fueran tesoros escondidos. Pensé en viejos minerales preciosos escondidos bajo la tierra, esperando a que alguien los encontrara, que alguien los desenterrara.

La vida es extraña. Si tuviera que compararla con algo, diría que es como viajar en el metro de Londres a toda velocidad. Vamos tan rápido que, cuando salimos del túnel y vemos la luz otra vez, ya hemos perdido cosas por el camino sin darnos cuenta.

Y después de la vida, ¿qué hay?

Tal vez naceremos en otro lugar. Tal vez no habrá paredes ni marcas en ellas, sino solo colores y luces moviéndose a nuestro alrededor. No podríamos hablar ni ver con claridad, solo sentir y explorar poco a poco. ¿Y qué importa si los árboles son reales o si los hombres y mujeres existen como los conocemos? Durante un tiempo, todo sería confuso.

Volví a mirar la marca en la pared.

Tal vez no era nada. Tal vez solo era un pétalo seco de una rosa que se había quedado pegado en la pared desde el verano. Y yo, que no soy una persona muy atenta con la limpieza, no lo había notado antes.

El árbol junto a la ventana golpeaba suavemente contra el cristal. Afuera, el viento soplaba con calma.

Pensé en lo agradable que sería poder pensar sin interrupciones, sin preocupaciones. Me imaginé sumergiéndome en mis pensamientos, como si flotara en el agua.

Pero entonces escuché una voz.

—Voy a comprar el periódico —dijo alguien.

—¿Sí? — respondí yo.

—Aunque de qué sirve comprarlo… Nunca pasa nada. ¡Maldita guerra! Pero en fin, no entiendo por qué tenemos un caracol en la pared. —dijo ese alguien.

Un caracol.

La marca en la pared no era más que un caracol.

Muchas gracias, María, por tu interpretación de la historia. Y a ti, estudiante, gracias por escucharla.

Una historia diferente, ¿verdad? No tiene una trama clara ni un final tradicional, pero está llena de reflexiones sobre la vida y el paso del tiempo.

Tenemos esa pequeña marca en la pared, un detalle aparentemente insignificante, pero que despierta en la protagonista un torbellino de pensamientos. Representa la forma en que nuestra mente salta de una idea a otra, recordándonos lo fácil que es distraernos y perdernos en nuestros propios pensamientos.

También está el contraste entre lo real y lo imaginado. La protagonista se pregunta qué es la marca, crea teorías sobre su origen, pero nunca se levanta para verla de cerca. Es un reflejo de cómo muchas veces nos quedamos atrapados en nuestras propias ideas sin enfrentarnos a la realidad.

Lo que más me gusta de esta historia es cómo nos muestra la fragilidad de la percepción. Pasamos mucho tiempo analizando el mundo, creando historias en nuestra cabeza, pero la verdad a veces es mucho más simple de lo que imaginamos. Cuando esto sucede, puedes decir en español de forma coloquial que te estás comiendo la cabeza por algo.

Y eso me hace pensar en cuántas veces en la vida nos preocupamos por cosas que, cuando las enfrentamos, resultan ser mucho menos complicadas de lo que creíamos. Nos angustiamos por el futuro, por lo que podría pasar, por lo que los demás pensarán, y en realidad, tal vez solo estemos frente a un inofensivo caracol.

Con esta idea nos despedimos por hoy, estudiante. Nos escuchamos y nos vemos en el próximo episodio. ¡Un abrazo grande!


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