¿Y si te dijera que hay millones de personas adultas que están descubriendo, por primera vez, que tal vez han vivido toda su vida con TDAH… y no lo sabían? Por cierto, el TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Personas que fueron niñas y niños a quienes les costaba concentrarse, que se olvidaban de hacer los deberes de la escuela, que perdían sus cosas, que se sentían diferentes… y que ahora, muchos años después, están leyendo un artículo o viendo un vídeo en redes sociales sobre TDAH y piensan: “Espera… ¿esto me pasa a mí también?”
Y es que cada vez más personas reciben un diagnóstico de TDAH en la edad adulta. Y esto nos lleva a una pregunta: ¿de verdad hay más casos ahora? ¿O simplemente lo detectamos mejor? ¿Es una moda? ¿Una epidemia? ¿Una consecuencia del estilo de vida moderno?
Hoy vamos a hablar de esto. Vamos a intentar entender por qué el TDAH está en boca de muchas personas. Además, si tienes TDAH y aprendes español, te voy a dar algunos trucos que pueden ayudarte. Y si no tienes TDAH, pero tiendes a distraerte, a perder la atención, también te van a ayudar mucho.
Antes de continuar, te recuerdo que puedes leer la transcripción en español, ver la traducción al inglés y repasar el vocabulario con tarjetas creadas especialmente para este episodio. Y además, importante, desde este episodio también vamos a incluir un ejercicio de comprensión para que todas esas palabras y frases que no conoces se queden contigo. Palabras como: despiste, pasar desapercibido, dejar huella, acompañamiento o torpe entre otras. El objetivo es que las escuches en contexto y luego practiques con el ejercicio y empiecen a formar parte de tu vocabulario activo. Todo lo tienes en la web de forma gratuita: www.spanishlanguagecoach.com
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Vamos con el episodio.
El TDAH como hemos dicho son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la capacidad para concentrarse, controlar impulsos y regular la energía.
Durante mucho tiempo se pensó que solo afectaba a criaturas pequeñas, a niñas y niños. En particular, a esos que no pueden quedarse quietos, que interrumpen en clase, que no terminan los deberes, que son… bueno, lo que muchas familias describen como un “terremoto”. Un terremoto, en su significado literal, es un movimiento fuerte y repentino de la tierra. Pero cuando lo usamos para describir a una persona, especialmente a una niña o un niño, queremos decir que es alguien con muchísima energía, que se mueve sin parar, que no puede estarse quieto. Es una forma afectuosa y coloquial de hablar de alguien muy inquieto.
Pero no todas las personas con TDAH se comportan así. De hecho, no todas las personas con TDAH son hiperactivas.
Hoy sabemos que hay tres tipos principales de TDAH:
El tipo en el que domina la inatención, donde hay muchos despistes, es decir, olvidos, distracciones o pequeños errores por falta de atención, dificultades para concentrarse, para seguir instrucciones o para recordar tareas.El tipo en el que domina la hiperactividad e impulsividad, que se muestra más con movimiento constante, hablar mucho, actuar sin pensar.Y el tipo combinado, que es cuando una persona tiene síntomas de los dos tipos anteriores.Tradicionalmente, el tipo más visible, el hiperactivo, era el que se detectaba en las escuelas. Y, claro, eso llevaba a que muchas niñas y niños con el otro tipo, el de inatención, pasaran desapercibidas, inadvertidas. Especialmente las niñas.
Sí, especialmente las niñas. Porque durante muchos años el perfil típico era el de un niño hiperactivo. Y eso hizo que muchas niñas (tranquilas, calladas, pero muy despistadas, no recibieran el diagnóstico). Se decía que eran “soñadoras”, “tontas”, “desorganizadas” o simplemente “despistadas”.
Es decir, había infradiagnóstico. Había muchas personas que tienen el trastorno, pero no habían sido diagnosticadas.
Y esas niñas que no fueron entendidas han crecido. Hoy son mujeres adultas que se preguntan: “¿Y si no era yo? ¿Y si había algo más?”
Y esta no es una historia aislada. Según un artículo publicado por National Geographic en enero de 2024, más de 15 millones de personas adultas han sido diagnosticadas con TDAH en Estados Unidos. Un número enorme.
Una de las causas de este aumento tiene que ver con el hecho de que ahora hablamos mucho más de salud mental. Antes era tabú. Ir a terapia era motivo de vergüenza. Hoy, por suerte, ya no lo es. La gente habla de sus emociones, de sus diagnósticos y de sus procesos.
También influye el poder de las redes sociales. Muchas personas con TDAH comparten sus experiencias en TikTok, Instagram o YouTube. Y eso tiene cosas buenas: visibiliza el trastorno, normaliza el diagnóstico, crea comunidad. Pero también tiene riesgos.
Uno de esos riesgos es el autodiagnóstico. Ver un vídeo y pensar “yo también soy así, entonces tengo TDAH”. Pero eso, no es un diagnóstico. Puede ser el primer paso, sí. Pero para saber con certeza si una persona tiene TDAH, hace falta una evaluación profesional.
¿Quién puede hacer esa evaluación? Una persona experta en psicología clínica, psiquiatría o neurología especializada. Solo esas personas pueden hacer entrevistas, pruebas, y confirmar si realmente se trata de TDAH o si los síntomas se deben a otra cosa.
Esto es importante: tener TDAH no es lo mismo que distraerse de vez en cuando. A veces escucho a personas decir: “Yo también me distraigo, seguro que tengo TDAH”. Pero no es tan simple. Todas las personas nos distraemos a veces. A veces estamos cansadas, estresadas, o tenemos muchas cosas en la cabeza. Es completamente normal que un día no puedas concentrarte. Eso no significa que tengas TDAH. La diferencia está en la frecuencia y en el impacto. En el TDAH, las dificultades de atención, organización o impulsividad no ocurren solo de vez en cuando, sino muy a menudo, muy frecuentemente, y no dependen solo del contexto. Están presentes desde la infancia, en diferentes situaciones y durante mucho tiempo. Y sobre todo, afectan de forma importante a la vida diaria: en los estudios, en el trabajo, en las relaciones personales. Una persona con TDAH no solo se distrae en una reunión aburrida, sino que le cuesta organizarse incluso con cosas importantes. No es una falta de esfuerzo, es una dificultad real. Y entender esa diferencia ayuda mucho a quitar culpa y también a no banalizar el diagnóstico.
Pero más allá del diagnóstico, hay algo importante que no siempre se dice. El TDAH no es solo un tema de neurotransmisores. Es también una historia personal. Es todo lo que esa persona ha escuchado sobre sí misma desde que era pequeña. Es la culpa, la frustración, la autoestima.
Imagínate que toda la vida te han dicho que eres una persona vaga (poco trabajadora), torpe (poco hábil), despistada. Que no haces nada bien. Que no te esfuerzas. Que no eres como las demás personas. Eso deja huella. Tiene consecuencias.
Y cuando, en la edad adulta, una persona recibe un diagnóstico de TDAH, muchas veces siente alivio, pero también tristeza. Tristeza por haber vivido tantos años con una idea equivocada de sí misma. O por no haber recibido el apoyo que necesitaba.
Después del diagnóstico, en muchos casos, el profesional puede recomendar tratamiento farmacológico. Es decir, medicación. Los medicamentos más comunes son los estimulantes, como el metilfenidato o las anfetaminas. Estos medicamentos ayudan a aumentar los niveles de ciertos neurotransmisores en el cerebro, como la dopamina, que están relacionados con la atención y el autocontrol.
Muchas personas notan una mejora rápida en su capacidad para concentrarse, organizarse o terminar tareas. Pero como todo tratamiento, no es mágico. No cura el TDAH, pero puede ayudar mucho a gestionar los síntomas. Y siempre debe estar acompañado de seguimiento médico y, si es posible, de apoyo psicológico o estrategias educativas.
También hay que decir que no todas las personas con TDAH toman medicación. Algunas prefieren estrategias no farmacológicas, como terapia, técnicas de organización o cambios en el estilo de vida. Cada caso es diferente. Y lo más importante es que el tratamiento sea personalizado.
Por eso es tan importante no solo el diagnóstico médico, sino también el acompañamiento emocional. Porque el TDAH no define a una persona. Pero sí influye en cómo ha vivido, cómo se ha sentido, cómo se ha relacionado con los demás y consigo misma.
Y ya que estamos hablando de TDAH y aprendizaje, quiero aprovechar para compartir contigo, estudiante, algunos consejitos muy útiles si estás aprendiendo español y tienes TDAH. O si simplemente te cuesta concentrarte a veces (como yo, y yo creo que todo el mundo.
Estos consejos están respaldados por personas expertas en neuroeducación y también por personas con TDAH que han aprendido idiomas. Toma nota:
1. Usa sesiones cortas y frecuentes.
No estudies una hora entera. Mejor 15 o 20 minutos al día. Luego un descanso. Luego otro bloque. Esto ayuda a mantener el foco sin agotarte, sin cansarte demasiado.
2. Varía la forma en que aprendes.
No todo tiene que ser leer un libro de gramática. Un día puedes escuchar un pódcast, otro ver un vídeo con subtítulos, otro usar una app para repasar vocabulario, o simplemente hablar con alguien en español. Cambiar el formato ayuda a no aburrirte y a mantener el interés.
(Y ahora mi opinión personal sobre esto): intenta no tener demasiadas opciones al mismo tiempo, porque a veces tanta variedad puede paralizar. Mejor elegir tres o cuatro formas que te funcionen y usarlas de forma constante.
3. Usa recordatorios visibles.
Notas en tu escritorio, alarmas en el móvil, post-its en la nevera. Recuerda que tu entorno puede ayudarte a construir hábitos.
4. Asocia el español con temas que te emocionan.
¿Te gusta la cocina? Busca recetas en español. ¿Te encantan los coches? Mira vídeos en YouTube en español sobre esta temática. La motivación emocional mejora la atención.
5. Y lo más importante: sé amable contigo.
Habrá días en los que no puedas. Y no pasa nada. No estás fallando. Estás aprendiendo a tu ritmo. La constancia amable es muchas veces más poderosa que la perfección.
Espero que ayuden estos consejitos.
Y ahora te digo algo que me sorprende, de verdad. Conozco a muchas personas (muchos estudiantes que he tenido también) que tienen TDAH y han conseguido cosas increíbles. Han estudiado carreras, han creado sus propios negocios, han aprendido varios idiomas, han formado familias… Y lo han hecho mientras convivían con este trastorno, con sus desafíos diarios. A veces pienso: “¿Cómo lo hacen?”. Y creo que la respuesta tiene que ver con conocerse bien, con encontrar un entorno que les entienda y con transformar sus dificultades en estrategias. Muchas personas con TDAH tienen una creatividad brutal, una intuición especial, y una energía que, bien canalizada, puede mover montañas. Así que si tú eres una de esas personas ya sabes que tenerlo, no te hace menos capaz, ni menos inteligente. A veces simplemente tendrás que encontrar caminos alternativos, ajustar el ritmo, o pedir ayuda.
Así que, para cerrar este episodio, volvamos a la pregunta del principio: ¿por qué parece que ahora todo el mundo tiene TDAH?
La respuesta es: no. No todo el mundo lo tiene. Pero muchas personas que lo tenían y no lo sabían, por fin están siendo escuchadas. Por fin se les está dando una explicación.
Antes de terminar, quiero recordarte que este es un pódcast para ayudarte a aprender español. Aunque me he informado y he intentado ser riguroso, yo no soy profesional de la salud. Todo lo que has escuchado en este episodio está basado en fuentes fiables y en el objetivo de ofrecerte contenido comprensible y útil. Si este tema te afecta personalmente, lo más recomendable es hablar con un profesional cualificado.
Y si quieres consultar todas las fuentes y referencias que he utilizado para preparar este episodio, las encontrarás en la transcripción disponible en mi web.
Estudiante, por último, si este episodio te ha parecido útil, te invito a que te suscribas al pódcast, que dejes un comentario para practicar tu expresión escrita y que lo recomiendes o lo valores en tu plataforma favorita con unas estrellitas o un comentario.
Te espero en el próximo episodio.
Un abrazo grande.