Episodio 209: ¿Cuáles son los 5 capitales que mueven el mundo?
Estudiante, ¿alguna vez has sentido que algunas personas consiguen más cosas que otras, pero no solo por tener más dinero? ¿Has pensado que quizás tienen “algo” que les abre más puertas? Hoy vamos a hablar justamente de eso. De los cinco tipos de capitales que mueven el mundo.
Pero antes, como siempre, te recuerdo que puedes leer la transcripción gratuita del episodio, ver la traducción al inglés y usar las tarjetas de vocabulario en la web: www.spanishlanguagecoach.com. Todos estos recursos son gratis y están pensados para que mejores tu comprensión y tu vocabulario.
Ahora sí… vamos con el episodio de hoy.
Quizás conoces el término “capital”. Normalmente pensamos en dinero. En tener una cuenta bancaria grande, en tener propiedades… Pero el dinero no es el único capital que existe. Hoy quiero contarte que hay otros tipos de capital que también nos ayudan a movernos en la sociedad, a conseguir cosas, a destacar.
Vamos a hablar de cinco tipos de capital. Algunos de ellos los propuso el sociólogo francés Pierre Bourdieu, y otro fue propuesto por la socióloga británica Catherine Hakim.
Y te prometo que no es complicado. De hecho, estoy seguro de que vas a poder identificar estos capitales en ti mismo o en las personas que conoces.
Empezamos por el primero. El más fácil de entender. El capital económico.
Este es el capital que probablemente ya conoces. Es el capital del dinero. La pasta, la plata o la lana como se le llama a veces de forma informal en español. El que te permite tener una casa, comprar un coche o irte de vacaciones. Es un capital muy visible, muy tangible. Es decir, lo puedes ver, lo puedes contar, lo puedes medir fácilmente.
Si tienes dinero, puedes pagar un alquiler, puedes comer en restaurantes, puedes tener acceso a servicios privados, puedes contratar a personas que te ayuden en tu vida diaria, por ejemplo una persona que limpie tu casa o que cuide a tus hijos.
También puedes invertir en tu futuro. Por ejemplo, estudiar en una buena universidad o hacer un máster. O bueno, simplemente puedes permitirte tener acceso a la educación superior. Y todo esto, claro, te da más posibilidades de tener un buen trabajo en el futuro, y por tanto, ganar aún más dinero. Es como un círculo.
Pero, ¿qué pasa si no tienes capital económico? Pues que muchas cosas se complican. Mucho a veces. Y es importante decirlo, porque a veces vivimos en una sociedad donde parece que si no consigues ciertas cosas es porque no te esfuerzas lo suficiente. Pero la realidad es que el punto de partida no es el mismo para todo el mundo.
Te pongo un ejemplo sencillo: imagina que dos personas quieren estudiar en una universidad privada. Una de ellas tiene padres que pueden pagar la matrícula de acceso, el alojamiento (una residencia por ejemplo), los libros. La otra persona no tiene esa ayuda y tiene que trabajar mientras estudia. Las dos pueden tener éxito, por supuesto, pero la segunda lo va a tener más difícil. Va a tener que hacer un esfuerzo mucho mayor. Eso es así…
Eso es el capital económico. Tener recursos materiales que te permiten vivir mejor, con menos estrés, con más comodidad y también con más oportunidades.
Vamos ahora con el segundo.
2. Capital cultural
Este es un poco menos visible que el capital económico, pero es muy importante. El capital cultural tiene que ver con los conocimientos, la educación, el lenguaje, los valores, las formas de comportamiento, y con cosas como saber cómo funciona el sistema educativo, o cómo comportarte en una entrevista de trabajo.
Por ejemplo, si tú sabes cómo hablar en público, cómo expresarte bien, cómo escribir una carta formal… eso es capital cultural. Y no es algo que aprendamos automáticamente. Muchas veces lo aprendemos en casa, en la escuela o en los ambientes en los que crecemos.
Cuando creces en un entorno donde se valora el conocimiento, tienes más confianza para ir a la universidad, para hacer una entrevista, para hablar con personas con autoridad.
Y para que lo veamos más claro: imagina dos personas que van a una exposición de arte. Las dos tienen el mismo nivel económico. Pero una de ellas sabe cómo comportarse en ese entorno, cómo hablar sobre arte, cómo interpretar lo que ve. La otra persona no tiene esa misma facilidad, no sabe qué decir, se siente fuera de lugar. ¿Quién crees que se sentirá más cómoda, más segura, más integrada? Exacto. La que tiene más capital cultural.
Entonces, resumen rápido: el capital cultural no es dinero, pero te ayuda mucho a conseguirlo. Y no solo a conseguir dinero, también a moverte mejor en la sociedad, a sentirte más seguro o segura en diferentes contextos.
También quiero decir algo. Creo que muchas personas nos hemos sentido un poco acomplejadas por la falta de capital cultural. A mí me pasaba muchas veces que me invitaban a ver una exposición de pintura por ejemplo, y me daba la sensación de que todo el mundo sabía más que yo. Pues no hay problema, si tus amigos son majos simplemente pregúntales: “Oye, Pepito, tú que sabes más de esto. Cuéntame más: ¿qué estilo es este?, ¿de qué época?, ¿cómo representó este artista el momento histórico que vivió?” Lo que sea… Uno de los mejores consejos que le daría a la versión de mí mismo más jovén sería: “no tenga miedo a no saber cosas, pregunta y di sin complejos “no lo sé”, o “no conozco nada de esto”. Además la gente, por lo general, está encantada de compartir su conocimiento.
¿Vamos con el tercero? Te aseguro que este te va a resultar muy familiar.
3. Capital social
Este es muy interesante y además es muy español, o muy mediterráneo, en algunos aspectos.
¿Y qué es eso exactamente? Pues son las personas que conoces. Tus relaciones. Tu red de contactos. Las personas con las que puedes contar cuando necesitas algo: ayuda, un consejo, una oportunidad.
El capital social puede marcar una gran diferencia en tu vida. A veces no importa tanto lo que sabes, sino a quién conoces. En el ámbito laboral es muy importante, pero no el único ámbito.
Por ejemplo: imagina que hay una oferta de trabajo. Muchas personas envían su currículum, hacen entrevistas… pero una de ellas conoce al jefe o tiene un amigo que trabaja allí y le recomienda. ¿Quién crees que tiene más posibilidades de conseguir el trabajo?
Exacto. La persona que tiene un contacto dentro. Y aquí en España usamos una expresión muy común para eso: tener enchufe.
Tener enchufe significa exactamente eso: tener una conexión, una persona que te puede ayudar a entrar en un sitio, a conseguir algo. Puede ser un trabajo, una beca, una plaza en una escuela. Y también usamos el verbo enchufar, como en la frase:
—“Lo han enchufado en la empresa de su padre”.
Es decir, lo han colocado ahí porque tiene un contacto, no porque sea el mejor candidato.
No siempre usamos esta expresión de forma positiva. Muchas veces se usa para criticar, para decir que algo no ha sido justo. Pero, estudiante, esto forma parte del capital social: tener relaciones que te dan ventajas.
Y aquí viene lo interesante: el capital social se puede construir. No hace falta nacer con muchos contactos, ni tener una familia “importante”. Poco a poco, puedes ir conociendo personas, participando en actividades, creando vínculos. El famoso networking, ¿no?
Yo me alegro mucho de trabajar en el ambiente digital, porque soy pésimo, soy malísimo con el networking.
¡Vamos con el cuarto!
4. Capital simbólico
Este es quizás el más difícil de ver, pero te aseguro que tiene mucho poder.
El capital simbólico es el prestigio, el reconocimiento, la reputación. Es lo que los demás piensan de ti, cómo te valoran. Es el respeto o la admiración que generas en otras personas.
Y esto, aunque no se ve como el dinero o los contactos, también abre puertas.
Te pongo un ejemplo: imagina que hay dos personas que hacen el mismo trabajo. Una de ellas es muy conocida en su sector, tiene buena reputación, la gente confía en ella. La otra es más desconocida. ¿Quién crees que va a recibir más oportunidades, más ofertas, más confianza de los demás?
Exacto. La persona con más capital simbólico.
Y ojo, este capital no se construye de un día para otro. Se construye con el tiempo, con tus acciones, con lo que dices, con cómo tratas a los demás. Es una acumulación de respeto y credibilidad. También se habla mucho de la marca personal.
Piensa en una profesora que ha trabajado durante 30 años con pasión y entrega. Tiene capital simbólico entre sus estudiantes, entre sus colegas. O en una persona que ayuda a los demás de forma constante.
Entonces, ¿cómo podemos construir nuestro capital simbólico?
Muy sencillo: siendo coherente, mostrando tus valores, ayudando a los demás, cumpliendo tus compromisos. Y también reconociendo lo que sabes hacer bien. A veces pensamos que hablar de nuestros logros es arrogante, pero no lo es si lo haces desde un lugar honesto.
Así que recuerda: el capital simbólico es ese respeto invisible que te acompaña. No lo puedes tocar, pero se nota. Se nota cuando alguien habla y los demás escuchan. Se nota cuando alguien entra en una sala y genera atención. Se nota cuando tu nombre aparece y las personas piensan: “Ah, esta persona es de fiar”.
Y ahora nos falta el último tipo de capital. Es más moderno, más reciente. Fue propuesto por una socióloga británica llamada Catherine Hakim y tiene mucho que ver con cómo nos presentamos, con nuestra imagen y nuestro carisma.
5. Capital erótico
Este es quizás el más polémico o el más curioso.
Tiene que ver con algo que todos hemos notado en la vida, aunque quizás no le habíamos puesto nombre.
Es una combinación de varios elementos: el atractivo físico, el estilo personal, el carisma, la energía, la capacidad de gustar o de atraer a otras personas. Es una mezcla entre lo exterior —cómo te ves— y lo interior —cómo te comportas, cómo te haces notar.
Importante: no se trata solo de belleza, aunque la belleza puede influir. Se trata de cómo una persona puede usar su presencia, su imagen y su forma de estar en el mundo para generar una reacción positiva en los demás.
Por ejemplo, seguro que has conocido a personas que no eran especialmente “guapas” en el sentido tradicional, pero tenían algo, un “Je ne sais quoi”. Una energía, una actitud, una sonrisa, una forma de hablar… Y eso hacía que todo el mundo quisiera estar cerca de ellas. Eso es capital erótico.
Y es importante aclarar que este capital no tiene que ver únicamente con lo sexual. No se trata de seducir en el sentido romántico o íntimo, sino de atraer atención positiva, de destacar, de influir, gracias a cómo te presentas y cómo te comunicas.
Un ejemplo: una persona puede usar su capital erótico cuando conoce a un grupo nuevo de personas sin darse cuenta. Llega con seguridad, con una sonrisa natural, con buena presencia. La gente la escucha con atención, le dan más oportunidades. Y lo interesante es que eso no depende solo de haber nacido con ciertos rasgos físicos. Se puede trabajar y desarrollar.
Cosas como la forma de vestir, la postura, la voz, el contacto visual, el autocuidado… todo eso suma. Todo eso puede aumentar tu capital erótico.
Y antes de que pienses que esto es superficial o frívolo, piensa en esto: vivimos en un mundo donde la imagen y la primera impresión cuentan, y negar eso sería ingenuo. Pero también vivimos en un mundo donde puedes trabajar en ti, puedes mejorar tu forma de expresarte, de estar presente, de conectar con los demás. Y eso es muy positivo.
Ahora bien, como con el capital simbólico, este tipo de capital también hay que usarlo con responsabilidad. No se trata de manipular, sino de ser consciente del impacto que tienes en los demás, y utilizarlo de forma ética y auténtica.
Por cierto, ¿sabes qué? Muchas personas que estudian otro idioma desarrollan capital erótico sin saberlo. ¿Por qué? Porque el hecho de hablar otro idioma, de tener una mente abierta, de estar en contacto con otras culturas, puede hacerte más interesante, más atractivo, más magnético. Y no lo digo solo yo, lo dicen estudios sobre interculturalidad.
Así que, si tú estás aprendiendo español, estudiante, ya estás trabajando también, sin saberlo, en tu capital erótico. ¡Ahí lo llevas! Estás abriéndote al mundo, y eso siempre tiene un efecto positivo en cómo los demás te perciben.
Y para terminar, estudiante, me he dado cuenta de algo mientras preparaba este episodio. Creo que haría falta incluir un nuevo tipo de capital. Uno que no aparece en los libros de sociología, pero que me parece fundamental en el mundo actual.
Me refiero a un capital conectado con cómo nos relacionamos con el mundo: la capacidad de prestar atención y de pensar de forma crítica.
Vivimos en una época en la que es muy fácil distraerse. Todo el tiempo estamos rodeados de notificaciones, redes sociales, mensajes, estímulos. Y también de grandes avances como la IA (la inteligencia artificial). Y eso hace que cada vez sea más difícil concentrarse, reflexionar y tomar decisiones conscientes.
Por eso, propongo un sexto capital: el capital atencional o capital crítico.
Tener capacidad de atención profunda y pensamiento crítico es, hoy en día, una ventaja enorme. Nos permite entender mejor el mundo, distinguir lo importante de lo superficial, tomar decisiones más sabias, y también aprender mejor —incluido aprender un idioma como el español, claro—.
Y dime tú, estudiante:
¿Crees que este tipo de capital también debería formar parte de la lista? ¿Se te ocurre algún otro que no hayamos mencionado hoy y que tú consideres importante?
Te invito a dejar un comentario en la plataforma donde escuches el pódcast. Me encantará leer tu opinión y que practiques un poco tu expresión escrita. También te agradecería mucho que te suscribas si no lo has hecho todavía, que dejes una valoración positiva o que recomiendes el pódcast a otras personas que estén aprendiendo español.
Nos escuchamos en el próximo episodio.
Un abrazo grande.
Fuentes:
Pierre Bourdieu – The Forms of Capital
Catherine Hakim – Erotic Capital: The Power of Attraction in the Boardroom and the Bedroom
Byung-Chul Han – La sociedad del cansancio
Artículo de The Guardian – Artículo sobre cómo el capital social (redes de contactos) influye en el acceso al empleo.
Episodio 159 – “Neoliberalismo: ¿Una receta para el futuro?” (Intermediate Spanish Podcast)
Episodio que trata sobre desigualdad, acceso a oportunidades y el papel del capital económico.
Episodio 153 – “César Limited Company, conectando puntos”
Habla sobre barreras mentales relacionadas con el origen socioeconómico y cómo afectan nuestras decisiones, útil para hablar del capital cultural y simbólico.
Episodio 158 – “¿Por qué es urgente recuperar nuestra atención?”
Episodio donde se habla de la atención como recurso escaso en el mundo moderno. Ideal para conectar con el “capital atencional”.
Episodio 161 – “Hacerse mayor y la caja de herramientas vital”
Reflexión sobre la experiencia vital, útil para relacionar con capital simbólico.