Episodio 206: El boom del true crime: ¿por qué nos fascinan los crímenes?
¿Por qué nos fascinan las historias de crímenes reales? ¿Qué tiene este género que lo hace tan adictivo? ¿Es solo morbo o hay algo más profundo detrás de nuestra obsesión con los asesinos en serie, los misterios sin resolver y las investigaciones policiales?
Por cierto, he mencionado una palabra interesante: morbo. El morbo es esa atracción que sentimos por lo prohibido o lo perturbador, una curiosidad casi inevitable por lo que debería incomodarnos o repelernos. En el caso del true crime, nos engancha porque nos permite explorar el peligro y el misterio desde una distancia segura. Pero lo curiosos, es que morbo también tiene otro significado completamente diferente, relacionado con lo erótico o lo insinuante.
Y ahora sí, volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué nos fascinan los crímenes?
El true crime no es algo nuevo, pero en los últimos años ha vivido un auténtico boom. Documentales, pódcast, series, libros… parece que nunca nos cansamos de estos relatos. Y lo curioso es que no solo entretienen, sino que también nos dicen mucho sobre la psicología humana, la sociedad y nuestros propios miedos.
Hoy vamos a analizar el éxito del true crime, explorando por qué nos atrae tanto, cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo y qué impacto tiene en la forma en que vemos la justicia y el crimen en la vida real.
Pero antes de empezar, quiero recordarte que en mi página web, SpanishLanguageCoach.com, tienes recursos gratuitos para seguir mejorando tu español: la transcripción del episodio y traducción al inglés y las tarjetas de vocabulario.
Y algo que siempre se me olvida decir: desde hace meses también puedes leer las transcripciones en algunas apps de pódcast, pero ten en cuenta que esta transcripción no es perfecta, ya que está hecha con ordenador. Si quieres la transcripción revisada por una persona humana, es mejor que uses la de la web, ¿ok?
Veamos… A mí, personalmente, no me gusta el true crime. De hecho, me da mal rollo. Y para quienes no sepan qué significa esa expresión, “dar mal rollo” es una forma coloquial de decir que algo me incomoda, que me pone nervioso o me causa una sensación desagradable.
A mí me da mal rollo, pero tengo dos amigas, Inma y Carlota, a las que les encanta. Les fascina leer libros sobre crímenes reales, ver documentales sobre asesinos en serie y escuchar pódcast con casos escalofriantes. Siempre les pregunto lo mismo: ¿cómo podéis dormir tranquillas después de ver esas cosas? Porque, sinceramente, a mí me costaría cerrar los ojos después de escuchar ciertas historias.
Pero, obviamente, ellas no son las únicas. Los pódcast más escuchados en muchos países son de esta temática. También documentales que han enganchado a millones de personas, y cada semana salen nuevas series, libros y programas sobre crímenes reales.
Así que, si eres como yo y no entiendes del todo por qué el true crime tiene tanto éxito, o si eres como mis amigas y devoras todo lo que tenga que ver con este género, hoy vamos a intentar responder a esa gran pregunta: ¿por qué nos fascinan tanto los crímenes reales?
Para entender por qué el true crime tiene tanto éxito hoy en día, primero tenemos que ver de dónde viene. Porque aunque ahora esté de moda con pódcast y documentales en plataformas de streaming como Netflix, lo cierto es que la fascinación por los crímenes reales no es nada nuevo.
Desde hace siglos, la gente ha sentido curiosidad por las historias de crímenes. En el siglo XIX, los periódicos ya publicaban relatos detallados de asesinatos y casos policiales, muchas veces con un estilo casi novelesco. Y recuerda estudiante que el término asesinato se usa en español no solo para personajes célebres como en inglés, sino que lo usamos para cualquier persona. Un buen ejemplo de esto es el caso de Jack el Destripador en Londres en 1888. Sus crímenes no solo aterrorizaron a la ciudad, sino que también marcaron el inicio de la prensa sensacionalista. Los periódicos de la época publicaban teorías, cartas anónimas supuestamente escritas por el asesino e incluso ilustraciones macabras que alimentaban el misterio y la especulación del público.
El nombre de Jack el Destripador es mucho más crudo en español. Destripar algo es quitarle las tripas, es decir, los intestinos. De hecho, otra forma que tienes de decir que te duele el estómago, es decir “me duele la tripa”. Y de forma metafórica si yo te cuento el final de una película, te las estoy destripando, te estoy haciendo un spoiler. No “spoiler”, pero “Espoiler”, que estamos hablando español.
Y volviendo a los orígenes del true crime, algo parecido ocurrió en Estados Unidos con el caso de Lizzie Borden, una mujer acusada de asesinar a su padre y a su madrastra en 1892. Su juicio fue seguido por todo el país como si fuera un espectáculo. Se convirtió en un tema de debate, inspiró libros, obras de teatro y hasta una rima infantil que aún se recuerda hoy.
Con la llegada del siglo XX y el desarrollo de los medios de comunicación, los crímenes empezaron a ser cubiertos con más detalle en la radio y la televisión. Durante los años 50 y 60, los programas de radio narraban crímenes como si fueran historias de misterio, mientras que en los 80 y 90 los programas de televisión como America’s Most Wanted o Unsolved Mysteries se convirtieron en un fenómeno. Estos programas no solo contaban historias de crímenes, sino que también pedían la colaboración del público para encontrar a sospechosos y sospechosas, lo que añadía una dimensión de participación real en la audiencia.
Pero si hay un momento clave en la explosión del true crime, ese es el auge de los documentales y las series basadas en casos reales. A principios de los 2000, empezaron a salir documentales que analizaban crímenes desde una perspectiva más profunda, cuestionando las decisiones judiciales y explorando el impacto en las víctimas y en la sociedad. Ejemplos claros de esto son Making a Murderer, que sigue el caso de Steven Avery y el sistema judicial en Estados Unidos, o The Staircase, que documenta el caso de Michael Peterson y las dudas sobre si realmente asesinó o no a su esposa.
Y luego llegó el pódcast. En 2014, Serial cambió por completo la forma en la que consumimos true crime. Este fue uno de los primeros pódcast que yo escuché… y no me gustó. ¡Pero a mucha gente sí! Era la primera vez que un pódcast narraba un crimen real con el mismo nivel de detalle y suspense que una serie de televisión. Su éxito fue tan grande que ayudó a reabrir el caso de Adnan Syed, el hombre condenado por el asesinato de su exnovia, que llevaba años luchando por demostrar su inocencia.
A partir de ahí, el formato explotó. Surgieron pódcast como Criminal, My Favorite Murder o Casefile, que cada semana cuentan casos reales con diferentes enfoques, desde el análisis serio y documental hasta un tono más conversacional y humorístico. Hoy en día, el true crime está en todas partes, y su éxito parece no tener límites.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué nos fascinan tanto estas historias? ¿Es simplemente morbo o hay algo más detrás?
Probablemente no hay una única respuesta, pero hay varias razones psicológicas que pueden explicar esta obsesión.
Una de las más evidentes es el miedo controlado. Término muy interesante. A los humanos nos atrae lo que nos asusta, siempre que lo experimentemos desde un lugar seguro. Es el mismo principio que hace que nos gusten las películas de terror. Cuando vemos un documental sobre un crimen o escuchamos un pódcast sobre un asesino en serie, nuestro cerebro experimenta cierto nivel de tensión y adrenalina, pero con la tranquilidad de que estamos a salvo. Estamos en una zona segura.
También está la curiosidad por lo prohibido, ese morbo del que hemos hablado. Desde siempre, hemos sentido una atracción natural por lo que rompe las normas sociales. Saber que alguien ha cometido un crimen despierta preguntas en nuestra mente: ¿por qué lo hizo? ¿cómo llegó a ese punto? ¿qué pasaba por su cabeza? Es la necesidad de entender la mente criminal, de intentar descifrar, como si fuera un puzzle, lo que para la mayoría de nosotros es incomprensible.
Pero el true crime no es solo morbo. Muchas personas lo siguen porque sienten una fuerte necesidad de justicia. Escuchar sobre crímenes reales nos hace reflexionar sobre el sistema judicial, sobre lo que significa la verdad y sobre cómo, en muchos casos, la justicia no funciona como debería. Hay documentales y pódcast que han ayudado a reabrir casos o a demostrar errores en condenas, y eso hace que el público sienta que ser espectador también puede tener un impacto real.
Otro elemento clave es el factor de resolución. A la mayoría nos gusta resolver misterios. Nos gusta seguir una historia, buscar pistas (indicaciones), analizar los detalles y llegar a una conclusión. El true crime juega con esa sensación, con la idea de que podemos convertirnos en detectives por un rato y tratar de entender lo que realmente pasó en un caso.
Y en los últimos años, este fenómeno se ha multiplicado con el impacto de las redes sociales. Ahora no solo consumimos historias de crímenes, sino que también interactuamos con ellas. Plataformas como TikTok o Reddit están llenas de teorías sobre casos sin resolver, y hay foros enteros dedicados a analizar cada detalle de un crimen en busca de pistas o indicaciones que la policía pudo haber pasado por alto. Pasar por alto algo es no darse cuenta de algo, ignorarlo de forma no deliberada. Esta cultura del detective aficionado ha hecho que el true crime sea más participativo que nunca.
Pero, podemos preguntarnos: ¿dónde está el límite? ¿Es realmente sano y ético convertir el crimen en entretenimiento?
A medida que el género se ha hecho más popular, han surgido muchas críticas sobre la forma en que consumimos estos relatos. ¿Estamos realmente buscando justicia o simplemente disfrutando del morbo de historias trágicas?
Una de las críticas más comunes es la romantización de criminales. Cuando una historia se vuelve popular, especialmente si hay una serie o un documental bien producido detrás, el criminal muchas veces se convierte en una figura casi mítica. Hay casos en los que asesinos en serie han llegado a tener fanáticos, personas que los admiran o incluso los ven como figuras atractivas. Ocurrió con Ted Bundy, cuya imagen ha sido usada en merchandising, o más recientemente con Jeffrey Dahmer, después del estreno de la serie de Netflix. Cuando la narrativa se centra demasiado en el criminal y no en las víctimas, el riesgo es que acabemos convirtiendo a estas personas en antihéroes en lugar de en lo que realmente fueron: responsables de crímenes horribles.
Y otra cuestión delicada es la revictimización. Para quienes cosnumen true crime, estas historias pueden ser un misterio interesante, pero para las familias de las víctimas, son parte de su vida. Imagínate perder a un ser querido en un crimen violento y que, años después, su historia se convierta en un pódcast popular o en una serie con actores de Hollywood. Muchas familias han denunciado que no fueron consultadas antes de que sus tragedias se convirtieran en contenido, y que revivir esos hechos en los medios puede ser doloroso e incluso irrespetuoso.
También está el problema de la obsesión por resolver crímenes. Con el auge o boom de las redes sociales, hay muchas personas que se han convertido en detectives aficionados, analizando casos sin resolver en foros y publicando teorías en TikTok o Reddit. En algunos casos, esto ha sido útil y ha ayudado a llamar la atención sobre crímenes que habían sido ignorados. Pero en otros, ha causado problemas serios. Ha habido casos en los que personas inocentes han sido señaladas como sospechosas en redes sociales sin ninguna prueba, sin ninguna evidencia.
Después de todo lo que hemos hablado en este episodio, la gran pregunta es: ¿es el true crime solo una moda o es un género que seguirá evolucionando?
Si miramos la historia, podemos ver que la fascinación por los crímenes reales ha existido desde hace siglos, solo que ha cambiado la forma en la que consumimos estos relatos. Antes eran noticias en periódicos, luego pasaron a la radio, la televisión, los documentales y, ahora, los pódcast y las redes sociales. Es difícil pensar que algo tan arraigado, tan conectado, en la naturaleza humana vaya a desaparecer. Seguramente el formato y el enfoque seguirán evolucionando, pero la necesidad de entender el crimen, la justicia y la mente humana va a seguir ahí.
Y ahora me gustaría saber tu opinión, estudiante. ¿Te gusta el true crime? ¿Por qué crees que nos fascina tanto? Puedes dejarme un comentario en la web, Spotify o YouTube, por ejemplo. ¡Ah, y recuerda suscribirte o seguir el pódcast si todavía no lo has hecho!
Nos escuchamos en el próximo episodio. Un abrazo grande.