E195 Kardashian, Premios Nobel y San Agustín - Español Intermedio - podcast episode cover

E195 Kardashian, Premios Nobel y San Agustín - Español Intermedio

Dec 12, 202420 minSeason 1Ep. 195
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¿Crees que las Kardashian y los escritores de premios Nobel no tienen nada en común?

La línea entre la realidad y la ficción es más delgada de lo que parece.

 

Hoy exploramos la autoficción: esa mezcla entre realidad y creatividad que ha cautivado a autores y audiencias.


¿Qué convierte una historia de entretenimiento en una obra de arte?

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Transcript

Episodio 195: Kardashian, Premios Nobel y San Agustín

¡Hola, estudiante! Hoy quiero hablar contigo de algo que está en todas partes, aunque a veces no nos demos cuenta: la autoficción. ¿Qué es? Pues básicamente es cuando alguien usa su vida como base para crear algo, pero añadiéndole un toque de ficción, algo de creatividad. Suena interesante, ¿verdad?

Lo curioso es que la autoficción tiene muchas caras. Por ejemplo, escritoras y escritores que ganan premios importantes y usan su vida como inspiración, y luego... tenemos cosas como los reality shows tipo los que hacen las hermanas Kardashians. ¿Qué tienen en común? Pues más de lo que parece, y vamos a hablar de ello hoy.

Antes de entrar de lleno en el tema, déjame recordarte que puedes leer la transcripción completa de este episodio en mi página web: www.spanishlanguagecoach.com. Además, si todavía no lo has hecho, suscríbete al pódcast en tu plataforma favorita. Así no te perderás ningún episodio y seguiremos aprendiendo juntos cada semana. ¿Hecho? ¡Pues vamos a empezar!

Esto de mezclar realidad y ficción no es algo nuevo. En la literatura, hay un término para esto: autoficción. Fue inventado por un escritor llamado Serge Doubrovsky en 1977, aunque la verdad es que mucho antes ya había autores que escribían sobre sus vidas como si fueran novelas.

Uno de los primeros influencers de la autoficción, si lo pensamos bien, podría ser San Agustín. Escribió un libro llamado Confesiones, que podríamos considerar una de las primeras autobiografías de la historia. Pero lo interesante es cómo lo hizo: no es solo una lista de cosas que le pasaron, sino una reflexión profunda sobre su vida. En el libro, habla de sus errores, de sus dudas y de cómo encontró el cristianismo. Es como si usara su historia personal para hablar de temas que son universales y que nos afectan a todos: los errores, el sentido de la vida y el arrepentimiento.

Y hablando de arrepentimiento, ¿qué significa esta palabra? Es ese sentimiento que tienes cuando te das cuenta de que hiciste algo mal y desearías no haberlo hecho. Es una mezcla de tristeza y ganas de cambiar o mejorar después de haberte equivocado. San Agustín, en Confesiones, habla mucho de esto: cómo mirar atrás, reconocer tus errores y tratar de aprender de ellos, etc, etc…

Volviendo al tema de la autoficción, hoy en día, algunos de los libros más famosos y prestigiosos también están basados en la vida de sus autores. Por ejemplo, Karl Ove Knausgård escribió una serie de libros donde cuenta TODO sobre su vida, incluso lo más incómodo. Habla de los conflictos con su padre, los momentos difíciles como el alcoholismo en su entorno, e incluso detalles embarazosos de su vida privada. Y recuerda, estudiante, que embarazoso no tiene nada que ver con el embarazo, es decir, con una mujer esperando un bebé. En español, embarazoso/a se usa para describir una situación incómoda, algo que te hace sentir vergüenza o nervios. Por ejemplo, si se te rompe el pantalón y vas enseñando tu ropa interior, eso es embarazoso. ¡Y eso me pasó a mí hace poco en un festival de música!

Otro ejemplo de obras literarias prestigiosas basadas en la autoficción es el de la autora Annie Ernaux, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2022 por explorar temas como la memoria, el amor o las diferencias de clase... usando su propia vida como material principal.

Pero aquí viene lo interesante: ¿por qué si un escritor o una escritora hace autoficción, decimos que es arte, y si lo hace alguien en televisión, decimos que es banal?

Pensemos en un caso que seguro conoces: las Kardashian.

O bueno, espera, que quizás eres como el actor español Javier Bardem y no tienes ni idea de quiénes son estas mujeres. Te lo digo porque hace años vi una entrevista de él en un programa de televisión estadounidense, donde el presentador Conan O’Brien le entrevista. Vamos a escuchar un extracto de su conversación:

Quiero preguntarte algo. Tú vives en España, ¿verdad?

Sí.

Vale.

Y me enteré hace poco de que no conoces a algunas de las celebridades que son...

Sí, como que ayer vi a alguien... algo como... Card... ¿Kardashian? ¿Algo así?

¿Qué quieres decir? ¿Qué quieres decir?

Sí.

Te juro que no las conozco.

¿Cómo es que no sabes quiénes son las Kardashian?

¿Por qué debería saberlo?

Exactamente.

Quiero decir, ¿han inventado alguna vacuna que debería conocer?

No, no creo que hayan inventado ninguna vacuna.

¿Han hecho algo por las personas más pobres de la sociedad?

No, no creo que lo hayan hecho.

¿Qué hacen entonces?

Andy, ayúdame con esta.

Caminan por ahí... usan ropa... tienen un reality show.

Tienen un reality show, sí.

Y además hay 45 de ellas.

¡Oh, Dios mío!

Literalmente hay 45 de ellas. Sí, y no sabes quién es quién. Es como si hubiera una Zooey, una Glowy, una Mowie y una Joey.

¿Se pueden coleccionar?

Puedes coleccionarlas. Son coleccionables.

¡Ahora lo entiendo!

Me encanta que no sepas quiénes son. Me encanta.

Básicamente, en esta entrevista Javier Bardem confesó que no sabía quiénes eran las Kardashian. El presentador le preguntó cómo era posible, a lo que Bardem respondió con humor (supongo), diciendo que no las conocía y preguntando si habían inventado alguna vacuna o hecho algo por las personas más pobres.

A ver… A mí me gusta bastante Javier Bardem como actor y como persona. Me cae bien, me gusta. Sin embargo, creo que no estuvo muy acertado en esta entrevista con un tono un poco despreciativo, un tono de desprecio e indiferencia.

Es posible que no sepas quiénes son, así que te diré que Las Kardashian son un grupo de mujeres estadounidenses, todas de la misma familia, y que desde hace casi veinte años tienen un reality show donde cuentan su vida. Sus relaciones amorosas, sus problemas familiares, sus aventuras profesionales en la industria de la moda y la belleza... Lo cuentan casi todo.

Y ahora voy a hacer un poco del abogado del diablo con Las Kardashian. Es verdad que no han inventado ninguna vacuna.

Ellas hacen algo muy parecido a lo que hacen los escritores de autoficción: contar su vida, pero añadiendo elementos de guión, de drama... es decir, no es 100% real, pero tampoco es 100% falso. Hay un equipo de guionistas y productores que deciden qué tramas, es decir, qué historias son más interesantes, y cómo contarlas de la forma más impactante posible.

Entonces ¿por qué criticamos la versión de la autoficción de las Kardashian y no lo hacemos con personas que basan su obra artística en contar su vida?

¿Por qué nos reímos de ellas y no de otras formas de autoficción? Y no solo son objeto de burla ellas, también las personas que son fans de este tipo de contenido son cuestionadas. Ser objetivo de burla es ser la persona a la que van dirigidas bromas o comentarios que buscan ridiculizar o menospreciar.

Sé que puede que estés levantando la ceja ahora mismo con escepticismo, especialmente si como Javier Bardem no eres nada fan de Las Kardashian.

A mí me gusta ser abierto de mente, así que un día decidí que quería saber qué hacía tan especial a este grupo de mujeres. ¿Por qué son tan famosas? ¿Por qué las siguen tantas personas? ¿Qué hacen que puedan continuar contando sus historias en televisión durante casi dos décadas?

Así que decidí que era el momento de ver un episodio de su famoso reality show y responder a todas esas preguntas que tenía. No vi un episodio, la verdad es que vi varios, y lo hice con subtítulos en francés, porque la productividad tóxica me impedía simplemente ver algo ligero y entretenerme.

Y eso fue lo que encontré: entretenimiento. Pasé el rato. Nada me conmovió especialmente, ni tampoco me hizo reír a carcajadas.

Yo pensaba que el éxito de los formatos de reality show o telerrealidad venía de que el espectador pueda identificarse con la vida de la persona que estaban viendo, y es absolutamente imposible identificarse con esa vida de ricas y famosas, así que supongo que el secreto de su éxito es crear esa sensación de meterse en un mundo en el que nunca estaremos, pero que algunas personas aspiran a estar. Se trata de aspiración hacía un determinado estilo de vida.

Hasta ahora no hay tanta diferencia entre un autor prestigioso que usa la autoficción en su obra con Las Kardashian, ¿no?

Ambos tienen mucho éxito comercial y seguidores en todo el mundo.

Además en ambos casos, lo que nos atrapan de sus historias no es que sean como las nuestras, sino que sean excepcionales, que estén fuera de la norma, y que precisamente eso hagan que merezcan ser contadas.

¿Es quizás el medio lo que hace que uno sea más prestigioso que otro?

Al fin y al cabo, la televisión se ha considerado para muchos, durante mucho tiempo “la caja tonta”, pero lo cierto es que en la televisión también vemos obras audiovisuales con mucho prestigio como series de televisión galardonadas con premios Emmy y todo eso.

He estado pensando sobre esto y he descubierto lo que para mí es la diferencia clave, pero te la cuento un poco más tarde. Antes quiero hablarte de este pódcast.

Porque tengo que confesarte que en muchas ocasiones he sentido que al hablar de ciertos temas por aquí, he sido bastante personal compartiendo algunos detalles de mi vida. Esto no es autoficción porque si comparto algo, es algo real, o al menos como yo lo recuerdo, ¿no?

Aunque bueno, también he hecho autoficción ahora que lo pienso. En los episodios donde he creado un relato de ficción he usado parte de mis experiencias para hacerlo. La verdad es que es casi inevitable no hacerlo.

Pero bueno, te contaba, que a veces, con determinados temas como en el episodio de la semana pasada sobre la vergüenza de clase, comparto no solo mi opinión, sino también mi propia experiencia. Es fácil que pase esto, porque al final soy yo quién decide los temas de los que hablo, y claro, elijo temas que me interesan. Y muchos de los temas que me interesan lo hacen porque he vivido de primera mano esa experiencia. Mi madre siempre me dice que le sorprende mucho que me abra en el pódcast, porque siempre he sido muy reservado. Y es verdad, pero creo que el micrófono tiene algo mágico en ese sentido.

Como te digo, a veces he sentido pudor, vergüenza,  al hablar de determinadas cosas, pero ahora ya no me pasa tanto. Y es que tengo la seguridad de que no hay nada de malo en ello.

Siempre pienso en dos cosas si comparto algo personal:

La primera es que si comparto algo que está relacionado con alguien cercano a mí (alguien de mi familia o una amistad), tengo que pedirles permiso, claro.

La segunda cosa es preguntarme a mí mismo, si lo que voy a contar puede tener un impacto positivo en alguien. A mí me encanta escuchar a personas que conozco, pero también a desconocidas y saber qué piensan, qué han experimentado sobre todo tipo de temas.

Y es ahí precisamente donde creo que está la diferencia entre el reality show de Las Kardashian o similares y una obra de otro tipo donde el autor o la autora nos narra parte de su vida adorada con ficción.

¿Qué impacto tiene un tipo de autoficción y otro?

Si por ejemplo leemos un buen libro de autoficción, este nos va a abrir a un mundo que quizás no conocíamos. Vamos a poder desarrollar por las circunstancias que ese personaje o persona han vivido. Es muy probable que nos haga reflexionar.

Sin embargo, en el caso de un producto puro de entretenimiento el impacto es mucho más limitado. Te aseguro que nadie llega a grandes reflexiones filosóficas después de ver uno de sus episodios. Y no tendría porque tener ese impacto positivo. Es entretenimiento puro y duro.

Sin embargo, sí que creo que tiene un impacto negativo. Este tipo de realitys o las personas que hacen lo mismo, pero a través de redes sociales, los influencers, ofrecen una versión de vida ficcionada con la intención de ser una vida aspiracional. De esa forma es mucho más fácil vender los productos que venden, porque si tienes el bolso que usa esta Kardashian o vas al mismo hotel de Ibiza que ese influencer tu vida es más parecida a la de ellos.

Antes te he dicho que tenía que hacer de abogado del diablo con Las Kardashian, pero ahora tengo una gran crítica que hacerles. Estoy convencido de que tienen un impacto muy negativo en la influencia de esta nueva era estética.

La estética y la forma en la que las personas quieren mostrarse al mundo cambia constantemente. En la década de los 80 la gente se vestía y tenía estilos muy diferentes a los de los años 2000 o ahora. Ahora estamos en la era Kardashian, pero no solo hablo de un tipo de ropa o peinado. También hay cara y cuerpo Kardashian.

Su "cara" es pura estrategia: pómulos marcados, labios voluptuosos, ojos almendrados estilo "fox eye" y una piel perfecta gracias a retoques estéticos, maquillaje y filtros digitales. El "cuerpo" sigue la misma línea: caderas anchas, glúteos enormes y una cintura que parece imposible, logrados con gimnasio, corsés y de nuevo, retoques estéticos. Es un ideal estético aspiracional, como todos los ideales estéticos, pero que ahora va mucho más lejos. Ya no es suficiente con el maquillaje y la ropa. Ahora necesitas inyectarte cosas o pasar por un quirófano (una sala de operaciones), para cambiar tu cara y tu cuerpo.

Si crees que estoy exagerando te voy a dar algún dato. Solo en España el número de operaciones de cirugía estética aumentaron en un 215% en diez años, y la edad media de acceso a tratamientos menos invasivos, como ponerse unos labios al estilo Kardashian ha pasado de los 35 años a los veinte años.

Y aunque las mujeres siguen soportando la mayor parte de esta presión estética, los hombres no nos quedamos atrás.

Los estándares de cuerpos masculinos en Hollywood son cada vez más y más irreales. Solo tienes que fijarte en los cuerpos de los actores que hacían de superhéroes hace unas décadas y en los que lo hacen ahora para ver la diferencia. Esto, sumado a la normalización de estos cuerpos irreales también en redes sociales ha hecho que entre otras cosas, el uso de anabolizantes se haya normalizado en los gimnasios, donde el consumidor típico de estas sustancias químicas ilegales sea un chico en su veintena, de unos veinte años.

Al final, y para volver al tema principal de hoy, la autoficción no es ni buena ni mala por sí misma. Es como un martillo: una herramienta. Y como cualquier herramienta, depende de cómo la usemos. Puede servir para construir algo valioso, como un mueble, o para destruirlo todo a golpes. El poder está en el uso que hacemos de ella, en cómo la usamos.

Y aunque es cierto que el poder de las historias es increíble y que somos las personas que somos gracias a ellas, lo que de verdad importa son las historias que nos contamos a nosotros mismos, ¿no?. Porque esas, más que ninguna otra, son las que definen quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser. Yo por ejemplo, mientras preparaba este episodio, empecé a contarme una historia un poco negativa: “No me estoy expresando bien, nadie va a entender lo que quiero decir. Seguro que les parece aburrido…” Y, claro, esto nos pasa mucho, ¿verdad? Pero luego paro y pienso: “César, estás hablando de algo que a ti te interesa porque crees que tiene sentido. Quizás haya otras personas que también lo encuentren interesante. Y si no, ¡no pasa nada!”

Como digo, de todas las historias que escuchamos, las más importantes, las que moldean nuestra vida son las que suenan dentro de nuestra cabeza. Así que, estudiante, ¿qué historia te quieres contar hoy?

Espero que hayas disfrutado del episodio, estudiante. Recuerda practicar tu español ahora escribiendo un comentario sobre este tema si te apetece en la web, Spotify y YouTube. Y si eres fan del podcast, por favor valóralo con unas estrellas en tu app de pódcast o recomiéndalo a otras personas.

Por último, último anuncio, el día 6 de enero abrirán las inscripciones a mis 3 cursos online. Si te interesa, ve a la web y deja tu email en la lista de espera.

Yo te espero en el próximo episodio.

¡Un abrazo grande!

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