E161 Hacerse “mayor” y la caja de herramientas vital - Intermediate Spanish - podcast episode cover

E161 Hacerse “mayor” y la caja de herramientas vital - Intermediate Spanish

Feb 09, 202426 minSeason 1Ep. 161
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La semana pasada fue mi 35 cumpleaños.

Me di cuenta de que ahora estoy más cerca de los 40 que de los 30, y me pregunté cómo había pasado tan rápido.

Cogí la libreta y empecé a escribir algunas reflexiones sobre hacerse mayor y mi "caja de herramientas", y me gustaría compartirlas en el episodio de hoy.

¡Disfruta del episodio y aprende mucho!

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Transcript

E161: Hacerse “mayor” y la caja de herramientas vital

Hoy vamos a hablar de hacernos mayor, estudiante. Y quiero hablar de esto porque la semana pasada fue mi cumple, mi cumpleaños y yo me hice un año más mayor. Cumplí 35 años.

El día de antes, cuando todavía tenía 34, estaba en el gimnasio, corriendo, en la cinta de correr, a 9 kilómetros por hora concretamente, y pensaba que ese era mi último día con una edad más cercana a los treinta que a los cuarenta. Eso me hizo sentirme un poquito mayor, pero de una manera positiva. Y luego te cuento más.

Antes te recuerdo que puedes leer la transcripción del episodio y usar las flashcards de vocabulario de forma gratuita en la página web www.spanishlanguagecoach.com

Y por cierto, que nunca lo digo, en la web también puedes descargar mi eBook, la guía del estudiante de español de nivel intermedio, donde te hablo de los problemas habituales de este nivel, de los bloqueos, y te recomiendo algunos recursos que puedes usar fácilmente para ponerles solución.

También te pido, estudiante, ya que fue mi cumple hace poco, que si me quieres hacer un pequeño regalo, el mejor sería valorar este pódcast con unas estrellas en Spotify o un comentario en Apple Podcast, o mejor aún, recomendándolo a otros estudiantes. ¡Mil gracias!

Bueno, vamos con el episodio de hoy. Y te tengo que decir que, aunque no es un episodio complicado desde el punto de vista del tema, sí que me lo he preparado bien, y he tomado notas de las cosas que quiero decir. Quiero expresarme bien porque es un episodio un poco especial para mí. Ha sido un viaje interesante prepararlo.

A ver, para empezar, si te digo ser mayor y estar mayor… ¿Sabes cúal es la diferencia, estudiante?

Los verbos ser y estar, probablemente fueron de los verbos que más pronto aprendiste. Cuando preguntamos cuándo se usa cada uno, es probable que muchos estudiantes, y profes también digan: usamos ser para cosas permanentes y estar para cosas temporales.

Siguiendo esta explicación, podríamos decir, por ejemplo con el verbo ser:

Soy español, tú eres estadounidense, Camilla es reina consorte, nosotros somos profes, vosotros sois estudiantes y ellas son católicas.

Y con el verbo estar podríamos decir, según esta explicación:

Estoy cansado o estás ocupada.

¿Pero qué pasa con esta explicación que asocia el verbo ser con algo permanente y el verbo estar con algo temporal? Pues que falla, falla mucho.

Un ejemplo de este fallo: Decimos que Michael Jackson está muerto, no decimos que es muerto.

Si todavía tienes problemas con ser y estar, te voy a decir cómo lo explico yo a los estudiantes de mis cursos. Es una explicación un poco más amplia, pero si la interiorizas cometerás muchos menos errores.

La realidad es que el verbo ser está relacionado con la esencia de las cosas, con sus características fundamentales. Normalmente, podemos responder con “ser” a preguntas del tipo: qué o quién. ¿Qué es ella? Ella es británica. ¿Quién es él? Él es mi marido.

El verbo estar, por su parte, responde a las preguntas sobre las circunstancias particulares: dónde, cómo y en qué condición. ¿Dónde estás? ¿Cómo está Pablo? ¿En qué condición están las manzanas?

Y a la pregunta que te he hecho antes sobre si decimos ser mayor o estar mayor, lo cierto es que con el adjetivo mayor podemos usar los dos verbos.

Podemos decir que alguien es mayor, si es de edad avanzada. Un anciano es mayor. Ya sabes que evitamos decir viejo con personas, ya que es peyorativo.

También podríamos decir que alguien está mayor. Imagina que Carlos tiene cincuenta años, no es mayor, pero por diferentes circunstancias no se ha cuidado mucho y parece más mayor de lo que es, aparenta tener más edad. Podríamos decir que Carlos no es mayor, pero está mayor.

Curiosamente, este adjetivo, mayor, en España se usa especialmente con personas de edad avanzada, pero también con criaturas, con niños y niñas pequeñas.

Un niño de cinco años te puede decir con orgullo que ya es mayor, que ya no es un bebé.

Una pregunta muy habitual a los pequeños es: ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? O en Hispanoamérica: ¿Qué quieres ser cuando seas grande?

Yo no recuerdo exactamente qué era lo que quería ser cuando fuera mayor. Cuando era un niño no recuerdo tener una respuesta clara a esta pregunta. ¿Conoces a estas personas que desde una edad muy temprana tienen claro que quieren ser profes, peluqueros o médicas? Bueno, yo no era una de ellas.

Creo que durante una época decía que quería ser actor, pero sin mucha convicción. Probablemente, simplemente me gustaba ver películas y pensaba que ser actor sería divertido. Así que mi niño interior estará contento de saber que hemos podido participar en algunas películas y series de telévisión en los últimos años. Eso sí, como extra, como ese punto borroso en el fondo de una escena. Aunque bueno, eso es mejor que nada, ¿no?

¿Sabes lo que pasa, estudiante? Es que yo creo que cuando le hacemos esa pregunta de “¿qué quieres ser de mayor, o cuando seas mayor?” a una criatura de ocho o nueve años, pues es difícil que lo tengan claro, ¿no? Y probablemente digan algo un poco rándom, una profesión que aparentemente es atractiva como actor, futbolista o youtuber.

A veces no es necesario preguntar, solo observar.

Mirando atrás y conectando puntos el día de mi cumple pensaba en mis juguetes favoritos cuando era pequeño. Mi padre siempre me recuerda que tenía un pony de juguete que me encantaba, pero yo lo recuerdo muy vagamente. Sí que recuerdo que me gustaba jugar con las Barbies de mis primas o con un camión muy pequeño que se abría y tenía un montón de piezas muy pequeñas. Pero esto era cuando era muy pequeño.

Más tarde tomé mi primera comunión, con nueve años, y gracias a esto descubrí mi juguete favorito. Para quien no lo sepa la primera comunión es uno de los sacramento católicos, y se celebra que la persona toma el cuerpo y la sangre de Cristo por primera vez, a través de pan, que representa el cuerpo, y vino que representa la sangre.

En España se suele celebrar cuando el niño o la niña tiene ocho o nueve años, y además de ir a la iglesia, se hace una gran fiesta. Y además de la gran fiesta también se reciben regalos. Muchos regalos. Porque el capitalismo no está reñido con el catolicismo. Lo habitual en esa época era ir a El Corte Inglés, unos grandes almacenes españoles donde puedes comprar de todo, y hacer una lista. La lista de comunión. Luego los invitados de la comunión iban y compraban uno de los regalos de tu lista.

Yo metí en mi lista una televisión pequeña, una bicicleta, ropa, una cámara de fotos, otras cosas pequeñas y también una grabadora de voz. Te hablo de los añós noventa, así que era una grabadora de cintas de casette. Imagino que en esa época la usaban los periodistas o estudiantes para grabar clases. Para mí era un juguete.

El mejor juguete que he tenido nunca. Me encantaba grabar mi voz, escucharme. Cuando venían niños a mi casa, yo les obligaba a jugar a hacer un programa de radio, y si no había niños usaba a los adultos como invitados. Es una pena porque no conservo ninguna de las cintas de casette que grabé. Tampoco conservo esa grabadora. Esa grabadora que estoy seguro es de alguna forma la génesis de este pódcast, y de que después de cinco años me continúe haciendo ilusión ponerme delante del micrófono a grabar.

Pero bueno, que me desvío del tema de hoy. Hoy hablamos de hacerse mayor o de cumplir años.

Y por cierto, antes la gente se felicitaba el cumpleaños en español diciendo: ¡Feliz cumpleaños! Pero desde hace un tiempo, muchas personas usan una frase que a mí particularmente no me gusta mucho. Te dicen: ¡Feliz vuelta al sol! Ahora entiendo que la frase se basa en el concepto de que cada año de la vida de una persona representa una "vuelta al sol", es decir, un ciclo completo alrededor del sol desde el día de su nacimiento hasta su cumpleaños.

Bueno, yo soy más conservador. Prefiero el ¡Feliz cumpleaños! de toda la vida.

Y hablando de cumpleaños, hay personas a las que les encanta celebrarlo, montar un fiestón, una gran fiesta, y hay otras que todo lo contrario. A mí me encantaba celebrarlo cuando era un niño, luego de adolescente, todo lo contrarío. Y para ser franco, no me gustaba la idea porque no habría tenido a muchos amigos a los que invitar. Mis habilidades sociales eran limitadas y además no confiaba mucho en la gente, lo que dificulta hacer amigos, ¿verdad?

En los últimos años he vuelto a celebrar mi cumpleaños. No con grandes fiestas. A veces solo con una pequeña comida familiar, pero lo celebro.

Este año lo he celebrado con amigos. Ahora tengo más amigos que cuando era adolescente, pero continúo teniendo pocos amigos. Pero no pocos en sentido negativo. Son pocos, pero reales. No tengo amigos de relleno. Con cualquiera de mis amigos tengo la confianza suficiente como para hablar con ellos de cualquier tema. Sé que los tengo y que me tienen.

Este año en la fiesta de cumpleaños éramos seis personas: cuatro amigos, El Inglés y yo. Y por cierto, una de esas personas estaba representando a la comunidad de estudiantes, porque a Connor lo conocí a través de este pódcast.

Y antes te decía que en mi último día con 34 años pensaba que ese era mi último día con una edad más cercana a los treinta que a los cuarenta y que eso me hizo sentirme un poquito mayor, pero de una manera positiva. No me siento mayor porque mi barba se esté haciendo cada vez más blanca o porque ahora prefiero en más ocasiones ir a tomar un café por la tarde un domingo con un amigo, a tomar un gin-tonic un sábado por la noche. Me siento mayor porque tengo más herramientas. ¿Sabes esas cajas de herramientas que hay en las casas con un montón de instrumentos para montar muebles de Ikea o poner cuadros?

Bueno, pues con la vida lo mismo. Nacemos con una caja de herramientas vacía. Si tenemos la suerte de tener buenos padres o cuidadores, nos prestarán las suyas durante un tiempo y nos enseñarán cómo usarlas. Luego, cuando somos un poco más mayores es en gran parte nuestra responsabilidad encontrar esas herramientas y aprender a usarlas.

Por supuesto que me hubiera gustado tener más habilidades sociales con quince años, tener esa herramienta y haberla usado para hacer amigos fácilmente. Pero no todos somos iguales. Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, y ser tan tímido y poco hablador me hizo un gran escuchador, y eso me ha ayudado muchísimo a entender a las personas. Lo cual es una habilidad o herramienta superimportante.

Por supuesto, también, me hubiera gustado que con 25 años la ansiedad no hubiera tocado a mi puerta y se hubiera extendido por casi cada momento de mis días. Yo, hasta ese momento pensaba que la ansiedad era una excusa, un cuento chino, que la gente usaba para no ir al trabajo cuando estaban un poco nerviosos. Mi primer ataque de ansiedad fue en una pizzería que se llama Franco Manca en el centro de Londres. Estaba cenando con mi exnovio, muy tranquilo, cuando me vino esta sensación tan extraña y tan desagradable. Algo que yo pensaba que iba a ser un “one off”, algo excepcional se fue convirtiendo en algo habitual, hasta que llegó un momento en el que tuve que dejar mi trabajo por lo incapacitante de la situación. Esa ansiedad generalizada me acompañaba en cada momento y no me permitía ser una persona funcional. Mi cabeza era un cocktail de miedos irracionales. No podía estar solo, no podía estar en sitios cerrados, pero estar en sitios abiertos tampoco ayudaba, no podía comer, no podía pensar bien, todo me asustaba, todos los sonidos me hacían saltar… Iba al gimnasio a hacer deporte porque sabía que era bueno para la salud mental, pero es que incluso el hecho de ponerme en la cinta de correr y que me latiera el corazón rápido me provocaba mucha ansiedad. Claramente no estaba en mi mejor momento. Y a ver, hubiera preferido que no me hubiera pasado, pero es verdad que como la situación era tan insostenible, tuve que coger el toro por los cuernos, y adquirí muchísimas herramientas. No fue de la noche a la mañana, tomó mucho tiempo, pero lo hice. El toro continúa estando ahí, no ha desaparecido del todo, pero lo tengo cogido por los cuernos, lo tengo bajo control.

Yo no soy psicólogo, así que no puedo darte ningún consejo o recomendación, pero sí que te puedo decir cuál fue el gran aprendizaje o herramienta de esa época en mi vida. Y esta es la importancia de respetar la esencia de uno mismo. La ansiedad para mí era en realidad una llamada de atención que se presentaba por todos lados porque no estaba siendo honesto conmigo mismo, porque no estaba escuchando mis necesidades, porque me estaba mostrando cómo yo pensaba que la gente me iba a querer en lugar de mostrarme cómo yo era realmente… Y no quiero romantizar la idea de pasarlo muy mal para obtener un aprendizaje valioso en la vida. A ver, yo hubiera preferido no tener que pasar por eso, y haber obtenido esa herramienta de otro modo, pero es lo que me tocó vivir, y como decimos en español no hay mal que dure cien años.

Y bueno, ahora llegamos a los 35 años. Y me siento un poco mayor, pero de una forma positiva como he dicho, porque veo mi caja de herramientas y me digo a mí mismo: “pues no está nada mal, está es una caja de herramienta ya con muchas posibilidades”. Por supuesto que no están todas las herramientas. Creo que todas las personas nos vamos de este mundo con una caja de herramientas incompleta. Y creo que eso está bien porque da lugar a la cooperación, a ayudarnos los unos a los otros. Yo te dejo un día una herramienta que tú no tienes y viceversa.

¿Y qué herramientas me gustaría conseguir a los 35 años?

Pues mira, esto es un poco meta, pero la herramienta que quiero conseguir también está relacionada con herramientas.

Tanto personal como profesionalmente me gustaría aprender a poder entregar las herramientas que yo ya tengo a otras personas. Te explico.

Desde el punto de vista personal me gustaría tomarme más en serio el proverbio chino de “Dale un pez a alguien y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”. Quiero ser capaz, con la gente que quiero, de prestarles mis herramientas, enseñarles a usarlas, pero luego darles autonomía, como otras personas que me quieren han hecho conmigo. Yo no quiero ser padre, pero soy muy paternal, muy protector, entonces esto es algo que todavía encuentro complicado. Porque además, a veces hay una línea fina entre ser paternal y paternalista, y eso no lo querría para nada con la gente a la que quiero.

Luego, desde el punto de vista profesional, también quiero aprender a delegar, y hacerlo bien. Spanish Language Coach es un proyecto que creé en 2019, y se nos hace mayor, estudiante. Ya está en su etapa adolescente. Y yo, como cualquier padre de un adolescente a veces no sé muy bien qué hacer, es un poco desconcertante. Afortunadamente no estoy solo en esto. Aunque sea yo el único que dé la cara, bueno, junto a El Inglés también en el pódcast de False Beginners, también hay un equipo detrás. Lydia, Isabela, Laura y María lo hacen todo más fácil.

Esta semana he tenido una conversación con ellas de forma individual. Hemos hablado de una forma un poco más personal, sobre las cosas que necesitamos, expectativas, y les he pedido ayuda dándome feedback honesto. Ya lo sabía, pero he confirmado después de hablar con ellas de una forma más cercana, que además de ser buenas profesionales son buenas personas, buena gente.

Para mí esto de delegar y liderar un equipo que además es remoto, es algo nuevo, y por tanto un desafio, todavía no tengo la herramienta controlada, pero el hecho de confiar en ellas porque son buena gente, lo hace más fácil.

Y hablando de buena gente, Victoria, mi mentora, y oyente de este pódcast también, fue la que me recomendó tener conversaciones individuales con las personas del equipo. Es la primera que lo hacemos en realidad. Así que gracias una vez más, Victoria.

Lo queramos o no gran parte de nuestra vida se pasa trabajando, y yo estoy muy feliz, y me siento tremendamente privilegiado de poder hacer lo que me gusta, con personas que me gustan. Y no solo hablo del equipo sino también de la comunidad de estudiantes, de ti que me escuchas, desde hace mucho tiempo o poco tiempo.

Muy rápidamente comprendí que había personas que conectaban mucho conmigo, y que además era recíproco y que yo podía hacerlo con ellas también, ¿no? Que teniamos muchas cosas en común. Es obviamente imposible conocer a todo el mundo, pero he conocido a muchas personas que viven en Londres y de hecho algunas de ellas como Connor que fue uno de los invitados a mi cumple, o Victoria, pues se han quedado.

Bueno, y de hecho, estoy pensando que el efecto de la comunidad no solo ha llegado a mi vida, sino también a la de mi familia. No sé si recuerdas a Carla, una chica alemana que escuchaba este pódcast y acabó viviendo en la casa de mi madre y hermana con ellas en España. Y bueno, mi madre y mi hermana adoran a Carla, de hecho están todavía en contacto, y Carla las ha visitado alguna vez. Y por cierto, si quieres conocer la historia de Carla puedes escuchar el episodio 68.

Y creo que me estoy enrollando mucho, estoy hablando mucho. El caso es que mira, el mejor regalo que tengo para mis 35 es que me siento muy querido y muy apreciado. Y no hay mejor regalo que ese, ¿no? Soy un poco cursí, un poco pastel, ¿verdad? Bueno, pues sí…¡sí soy!

Entonces, antes te decía que es posible que parte de la génesis de que yo lleve años poniéndome delante del micrófono es esa vieja grabadora de casette que yo usaba como un juguete, pero si has escuchado el episodio número 100 de este pódcast sabes que no es la única razón. En ese episodio te hablé de Vicente, y la verdad es que acabó convirtiéndose en un homenaje o un tributo a él y a su vida. Él fue una persona con la que tuve la suerte de vivir más de la mitad de mi vida, así que me enseñó a usar muchas herramientas que ahora tengo. Vicente era el marido de mi madre y padre de mi hermana, así que era mi padrastro, pero es que no me gusta nada esa palabra, la evito.

La verdad es que solo he hablado de Vicente en ese episodio, a pesar del efecto tan grande que tuvo y tiene en mi vida a día de hoy, por todo lo que aprendí con él. Porque mira, a mí no me importa hablar de mí a veces y ser abierto con mis experiencias, porque creo que no hay nada de malo, y además no hay nada extraordinario en ellas, son muy comunes a la experiencia humana. Pero cuando se trata de experiencias de otras personas pues sí que soy respetuoso, obviamente, y hay algo que preparando este episodio me vino a la cabeza. Un recuerdo. Ayer llamé a mi madre y le pregunté si le importaba que hablara de ello en el pódcast y me dijo que no había problema.

Antes te he dicho que durante muchos años yo era de esas personas a las que no les gustaba celebrar su cumpleaños, y que desde hace unos años eso ha cambiado. Y siempre lo celebro, aunque sea algo muy pequeño. Y esto se debe en parte, a ese recuerdo del que te quiero hablar.

Tengo grabado en mi memoría el día del último cumpleaños de Vicente. Él ya estaba enfermo, y celebramos en casa su 44 cumpleaños en familia y con dos amigos. Y tengo grabado en mi memoría específicamente ese momento donde yo estoy grabando con mi teléfono como todos estamos cantando la canción de Cumpleaños Feliz y aplaudiendo, y Vicente soplando las dos velas con el número cuatro. Es una de esas situaciones un poco extrañas en las que te pone la vida, donde estás en una celebración, que se supone que tiene que ser feliz y alegre, y al mismo tiempo de profunda tristeza porque sabíamos que era su último cumpleaños.

Por eso digo que Vicente tuvo, pero continúa teniendo un impacto en mi vida, porque este tipo de experiencias te hacen apreciar más las cosas, y sobre todo, en mi caso, darle más importancia a celebrar la vida, joder. Es así de simple. Celebrar la vida, celebrar que estamos un año más aquí, celebrar una vuelta al sol. Como quieras decirlo.

Y recuerda la pequeña lección de gramática que te he explicado al principio del episodio sobre los verbos ser y estar. Te decía que es común pensar en el verbo ser para acciones permanentes y en el estar para acciones temporales.

Es un error habitual en los estudiantes principiantes especialmente decir soy aquí o soy vivo. Y este error gramatical también se comete en cómo vivimos nuestra vida a veces, ¿verdad?

Porque no somos aquí, ni somos vivos. Estamos aquí un tiempo, y estamos vivos un tiempo.

Los que tenemos la suerte de estar aquí tenemos que recordar que es solo una circunstancia.

Para acabar el episodio te dejo con una frase que me gusta mucho de autoría anónima: "Vivimos momentos, no días. Celebramos vida, no años."

Un abrazo grande
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