Hola, estudiante. ¿Qué tal estás?
Yo estoy bien, aunque tengo frío. No se lo que ha pasado, pero el verano se ha ido temporalmente de Londres y el clima es frío de nuevo. ¡Ahora mismo llevo camisa de manga larga y jersey! El tiempo está loco…
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Cada minuto más o menos nacen unas 250 personas en el mundo y mueren más de 100… En el mismo minuto algunos se enfrentan a una noticia alegre, otros lo hacen a una noticia triste, un niño dice su primera palabra, una joven se gradúa en la universidad o una persona mayor se retira por fin y se muda a España…
Mientras escuchas este episodio del pódcast puede que estés yendo a trabajar o regresando, plantando algo en el jardín o levantando pesas en el gimnasio… El hecho es que hay 8000 millones de personas en el mundo y cada una tiene su propia realidad en este mismo instante.
En fin… el mismo día para la historia de la humanidad puede ser el más feliz y el más triste de la vida de dos seres humanos diferentes. También vivimos muchos días en los que no ocurre nada y otros, sin embargo, suponen un cambio radical en la vida de una persona.
Quiero contarte lo que pasó un día que cambió mucho la vida de una persona. Una mujer que se llama Letizia con zeta.
Verano (hemisferio norte) o invierno (en el sur). Un día cualquiera de agosto de 2003… Agosto es el típico mes de vacaciones de verano en España, es un mes alegre y a la vez nostálgico porque septiembre, que está a la vuelta de la esquina trae el regreso al cole o al trabajo. En algunos países el curso escolar comienza ya en agosto, mientras en otros lugares del hemisferio sur es pleno invierno, invierno profundo.
Haciendo memoria recuerdo que para mí fue un verano tranquilo. Estaba de vacaciones y tenía 14 años. Mi familia y yo no viajamos a ningún lugar ese mes de agosto, lo pasamos en Valencia. Recuerdo que veía la tele por las mañanas porque echaban programas infantiles y juveniles y, a veces, iba a comprar con mi madre. Estoy seguro de que comía sandía, mucha sandía ese agosto. Me acuerdo de que todos los veranos devoraba sandía a cucharadas.
Ese mismo día de agosto en el que yo devoraba sandía, acompañaba a mi madre a comprar y veía la tele, una mujer de unos 30 años que vivía en Madrid fue a trabajar. Su jornada laboral fue exigente, como siempre, pero normal. En esa época salía bastante tarde del trabajo, a eso de las diez de la noche porque era la presentadora de los informativos con más audiencia de España, el Telediario de La 1 (la cadena pública, el equivalente de la BBC por ejemplo). Su novio la fue a recoger en su coche, un Audi de color azul. Siempre que podía, la iba a recoger, aunque él tenía que viajar bastante por trabajo y ella, en ocasiones, también.
Llevaban un tiempo saliendo juntos, conociéndose, y él decidió pedirle matrimonio ese día en el coche. Tal vez pienses que pedir matrimonio en un vehículo no es lo más romántico, pero al menos es un sitio privado.
Por cierto, no sé cuál es tu estado civil, si eres una persona soltera, vives en pareja o estás casado, viudo… Pero si alguna vez le has pedido a alguien que se case contigo, supongo que lo ideal es que te diga que sí en ese momento…
Bueno, pues en este caso no fue así. Como si de una película romántica se tratara, no todo podía ser perfecto, y la trama, la historia, necesitaba un poco de tensión.
Esta novia, nuestra novia, se lo tuvo que pensar unas semanas, concretamente tres semanas. Ya empezaba septiembre cuando ella le dio la respuesta y los estudiantes empezábamos a forrar libros porque el curso escolar estaba a punto de empezar. Forrar libros es envolverlos en papel o una capa trasparente de plástico para protegerlos y que no se estropeen con el uso. Forrar es en generarl poner un forro, una cubierta a algo. Y cuando decimos que una persona está forrada, que se ha forrado, es porque tiene mucho dinero. ¡Se usa mucho!
No puedo imaginar exactamente cómo tuvieron que ser esas tres semanas en las que Letizia decidió si casarse o no. Si decía que sí a Felipe, el chico del Audi azul, su vida cambiaría para siempre, sospechaba que tendría que dejar su carrera profesional entre otras cosas, y si decía que no probablemente perdería a su amor.
También me imagino a Felipe, el novio de Letizia, bastante nervioso… Sabe que le puede ofrecer una vida que parece fascinante, pero en el fondo es dura. Él es un privilegiado, pero algunos privilegios se dan la vuelta, pueden ser un verdadero castigo en algunas ocasiones.
Bueno, si quieres saber lo que ocurrió nos vamos a trasladar a noviembre.
Una mañana Letizia salió muy temprano de su casa, el portero de su finca, el señor que cuida y vigila que no ocurra nada raro y todo esté en orden en el edificio, la vio marcharse con prisa y le dijo:
“Pero, Letizia, si que madruga usted hoy para ir a trabajar”
Y ella respondió algo así como… “No, no voy a trabajar, pero tengo un asunto importante entre manos” mientras caminaba rápido hacia un taxi que la esperaba en la puerta.
Bueno, pues lo siguiente que el portero supo de ella fue por la televisión. Bueno, a ver, que ella era periodista y la veía todas las noches en los informativos, pero es que esta vez la protagonista era ella.
¡Letizia estaba prometida con el príncipe Felipe! Porque Felipe no solo era el chico del coche azul, era también un principe azul, que es como decimos en español “Prince Charming”.
Imagínate, llevaron con tanta discreción su relación que no lo sabía ni el portero de su edificio. Letizia, una de las vecinas más trabajadoras del bloque iba a ser la reina dentro de unos años… ¡Alucina! Ahora ya sabes lo que finalmente respondió a esa proposición de matrimonio en el coche azul. Al final dijo que sí a la propuesta.
¿Cómo conoció Letizia a su príncipe azul?
Vamos a remontarnos a cómo se conocieron la periodista y el príncipe. Bueno, vamos a intentarlo porque lo cierto es que no está claro. Hay varias teorías:
Unos dicen que se conocieron en una cena en casa de un amigo en común en 2002 y que hubo muchísima conexión desde el principio, que fue prácticamente un flechazo. Ya sabes que San Valentín lanza flechas del amor, así que si hay un flechazo entre dos personas es que ha habido mucha química, o como también decimos en español, mucho feeling.
La segunda teoría es que se conocieron en un encuentro de CNN+ para hablar de la guerra de Irak en octubre de 2002, a Felipe, el actual rey le hizo tilín, le gustó, y quiso seguir conociéndola. Hacer tilín es gustar de un modo romántico. Según esta teoría tuvo que insistir bastante hasta que ella aceptó tener una cita con él.
Otra teoría, que no excluye la primera, es que Felipe veía las noticias y su presentadora le parecía muy atractiva, hasta el punto en el que decidió levantar el teléfono y hacer unas llamadas para poderla conocer. Esto suena un poco “stalker”, ¿no?
Bueno, todas las teorías, que obviamente, no son oficiales, apuntan a que fue el príncipe Felipe el que dio el primer paso, pese a una inicial resistencia por parte de Letizia. Claro, aunque le gustara el chico, lo de salir con el heredero de la corona española es un poco raro.
La verdad es que la historia de la reina Letizia es curiosa, no solo por su faceta profesional previa a su casamiento, sino por sus orígenes. No podemos decir que sea la típica reina de sangre azul.
No pertenecía a la realeza, ya sabes que históricamente las monarquías europeas se han ido mezclando entre ellas (dando lugar a muchos problemas genéticos, por cierto). Tampoco era noble, sus padres no ostentaban ningún título nobiliario, ni eran marqueses, ni duques… ni nada. Vamos, era plebeya, como tú y como yo. Por cierto, los títulos y los cargos excepcionalmente importantes se ostentan. Y de ahí que cuando decimos que alguien es ostentoso, nos referimos a una persona o cosa que llama la atención por su lujo. Por ejemplo, los palacios normalmente son lugares ostentosos.
Lo cierto es que por parte de padre era la tercera generación de periodistas, su abuela Menchu trabajó muchos años en la radio y su padre también se dedicó a ese oficio y por la otra parte, su madre era enfermera y sindicalista (un sindicato es una unión de trabajadores) y su abuelo materno, Paco, había sido taxista. Vamos, que Letizia seguro que no tenía nada que ver con lo que los reyes esperaban de su nuera (la mujer de su hijo) y Felipe tampoco era lo que los padres de Letizia hubieran esperado para su hija.
Imagínate ese día en el que Letizia le dijera a su madre: “Mamá, estoy saliendo con un chico, el príncipe Felipe”. Es posible que pensara que estaba de broma o que se llevara un disgusto. No me la imagino indiferente.
La realidad es que hubo muchas voces críticas al principio, porque Letizia era una plebeya.
Ya te he hablado de su familia, que era una familia de clase trabajadora y vamos a hablar de su trayectoria hasta llegar al trono de la familia real:
Los primeros años de su vida los vivió en Asturias que es una región del norte de España, por cierto, muy bonita y verde, de la que proviene su familia paterna. De adolescente ya, se mudó junto a su familia a Madrid por una oportunidad laboral que le surgió a su padre.
No tuvo el tipo de educación que tienen las elites, no fue a internados de Reino Unido o Suiza. Se educó en colegios e institutos públicos. Por cierto, aquí tenemos un dato curioso sobre su biografía y es que llegó a casarse con su profesor de Literatura del instituto madrileño Ramiro de Maeztu, en el que estudió. Estuvieron casados más o menos un año entre 1998 y 1999.
Sí, Letizia está divorciada y te aseguro que a muchos monárquicos este dato no les hizo ninguna gracia, no les gustó. Las instituciones monárquicas suelen ser superconservadoras.
La vida universitaria y laboral de Letizia también es un poco diferente a la de una monarca estándar. Se licenció en la Universidad Complutense de Madrid en Ciencias de la Comunicación en la rama de periodismo, por cierto, esta universidad también es pública. Compaginó sus estudios con prácticas (interships) en el diario “La Nueva España” y en la agencia de noticias EFE. Esto de tener una reina que ha hecho prácticas gratis en la empresa privada no deja de ser curioso. De algún modo, la acerca a la realidad de muchas personas. Trabajó en el diario ABC y llegó a ganar el premio periodístico Mariano José de Larra por su labor como mejor periodista menor de 30 años. Te recuerdo que esto fue antes de conocer a Felipe, o sea, que su faceta profesional era realmente brillante. Era una buena periodista que trabajaba muy duro y que tenía una prometedora carrera por delante conseguida por mérito propios.
En su currículum también hay un máster e, incluso, se mudó a México donde comenzó sus estudios de doctorado. Los comenzó, pero no los terminó. Se dice que esta época mexicana fue un poco loca en la vida de Letizia, pero seamos realistas: primera vez viviendo fuera de tu país, con veintitantos años, estudiante, en un lugar que te encanta… todos hemos hecho alguna locura y, a lo mejor, nuestra rutina no ha sido la más ordenada en ese periodo. ¡Es humano!
Bueno, aunque no se sacó el doctorado de Ciencias de la Comunicación si lo pensamos fríamente la “puesta a punto” de una plebeya para ser reina tiene que ser una especie de doctorado intensivo en protocolo… Seguro que el nivel de exigencia no fue fácil y estar siempre expuesta tampoco debe serlo.
Por cierto, eso de estar expuesta no solo le afecta a ella, también a su familia. Hay que decir que, por regla general, la mayor parte de su familia ha sido bastante discreta. Aunque los periodistas, los excolegas de Letizia no siempre se lo han puesto fácil. Inmediatamente después del anuncio del compromiso del que hemos hablado al principio fueron a llamar, literalmente, a la puerta del apartamento de la costa en el que sus abuelos vivían desde que se jubilaron. Los abuelos, Paco y Enriqueta, abrieron la puerta, pero no dijeron nada relevante. Es más, si le preguntaban por algo relacionado con su nieta más mediática la respuesta de Paco, que falleció hace unos años a punto de llegar al siglo de edad, siempre era la misma: “Tengo varios nietos y nunca me dicen lo que hacen, así son los jóvenes”. La verdad es que el abuelo Paco era un experto en protocolo a su manera.
Por cierto, ya ves que esto de jubilarse e irse a vivir a la costa española es algo muy común, tanto para extranjeros como para españoles como Paco y Enriqueta, que durante su vida laboral vivían en Madrid. Los destinos favoritos suelen ser la costa de Valencia, Alicante, Andalucía…
Pero, claro, mezclar a una familia trabajadora típica española con las monarquías europeas iba a ser un desafío, un desafío protocolario. Se rumorea que una de las preocupaciones el día de la boda de los reyes fue que su abuelo Paco, el taxista, se saltara el protocolo. Parece que sacó a bailar a algunas de las reinas del norte de Europa y que la cosa no fue mal, seguro que fue un soplo de aire fresco, algo nuevo. No tengo muy claro lo que le parecería a la reina, porque parece muy perfeccionista.
A otro nivel, desde luego, infinitamente más triste se encuentra el hecho de que una de sus hermanas, de las hermanas de Letizia, se quitara la vida hace unos años. Aunque no se sabe exactamente qué pasó algunas voces fueron críticas contra la monarquía.
Y es que es cierto que la monarquía española no está atravesando por su mejor momento, pero a este descenso de popularidad no creo que haya contribuido el hecho de tener una reina plebeya, puede que tenga que ver más con los “negocios” del anterior rey, el rey emérito, Juan Carlos I, el padre de Felipe VI, actual monarca, que tuvo que irse a vivir fuera de España para no continuar perjudicando la imagen de su hijo.
Si estás leyendo la transcripción te habrás dado cuenta de que el nombre de la reina Letizia tiene una particularidad ortográfica, se escribe con zeta… Se dice que el funcionario que la inscribió en el registro era italiano y se lio, escribió Letizia a lo italiano, en lugar de con ce, que sería la forma correspondiente en español.
Esa zeta le da personalidad a su nombre y parece que le pega bastante, porque dicen que la reina tiene bastante personalidad. Es amante de la música indie, lectora compulsiva y cinéfila. Se ha volcado en sus labores institucionales en distintas causas relacionadas con las enfermedades raras o el cáncer. Quienes la conocen dicen que es perfeccionista y metódica, que está algo obsesionada con el ejercicio y la vida sana.
La realidad es que hay bastante hermetismo sobre sobre la monarquía, pero, obviamente, están en el ojo público, en el candelero. Es muy fácil dar nuestra opinión sobre las personas que se exponen y creo que Letizia no lo tiene especialmente fácil para caer bien. Por un lado, una parte de la población la rechaza porque son republicanos, y esto es normal y, por otro, muchos monárquicos no la consideran lo suficientemente buena. De ella se han escrito biografías no autorizadas, se le ha criticado por no ser lo suficientemente sumisa, pero también por pertenecer a una institución obsoleta… En fin, no me extraña que necesitara esas tres semanas para pensar si quería seguir adelante con la relación con el chico del Audi azul.
Dicen que, a veces, echa de menos su vida anterior y es entonces cuando se va con sus hijas a vivir una tarde de chicas al cine, a algún concierto o besa apasionadamente a su marido fuera del protocolo durante sus vacaciones.
No sé, estudiante. Tuvo que renunciar a muchas cosas para conseguir otras y, aunque esto es algo que a mayor o menor escala hacemos todos… Un cambio de vida tan grande no debe ser fácil. Yo, personalmente no soy monárquico, aunque tampoco me describiría como antimonárquico. No me gusta el hermetismo de una institución pública y mucho menos que algunos individuos la usen para ganar dinero de forma ilegal. Puesto que existe, me gusta que haya al menos un miembro en la familia como Letizia, alguien que ha vivido en la vida real, que conoce lo que es la meritocracia y pueda darle una visión más realista de lo que son las cosas a sus hijas, una de ellas futura heredera al trono.
Espero que te haya parecido curiosa la historia de cómo paso Letizia de vivir en la vida real a formar parte de la familia real española.
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Nos escuchamos en el próximo episodio. ¡Un abrazo grande (y real)! Ciao, ciao.